El fin de semana del 15, 16 y 17 de diciembre de 2023, se celebró el XXII Salón del Cómic de Zaragoza en la Sala Multiusos del Auditorio.
Desde el estand contábamos nuestros relatos a los curiosos que se dejaban caer por allí, abríamos las puertas de las historias que teníamos a nuestra disposición e introducíamos a nuestros espectadores en los mundos que teníamos para ofrecerles. Y así, cada lectura fue encontrando su hogar. En cierto modo, nos convertimos en guías entre obra y lector.
El público pas(e)ó, (h)ojeó… pero lo curioso fue ver que según iban cambiando los días, también lo hacían los perfiles de los visitantes.
Diferentes días, diferente público
El primer turno, el del viernes por la tarde, fue la ronda de reconocimiento. Las primeras aproximaciones de los aficionados eran más bien tímidas y sirvieron para situar los estands, el material que cada uno tenía allí: para ver qué les podíamos ofrecer.
El sábado, el evento entró en calor (y color). Abierto a lo que fuera que le pudiéramos mostrar, el público joven se dejó ver con su habitual energía, pasión y apariencia característica con sus cosplays. Los asistentes no iban tan comedidos como el día anterior, estaban más relajados, divertidos, fluían y se dejaban llevar. Se notaba que había llegado el fin de semana y esa alegría se reflejó en el ir y venir, en el flujo de personas y en las compras.
Por último, llegó el domingo y el recinto se llenó de familias. Padres con hijos, tíos con sobrinos… Los niños y chavales fueron los protagonistas de las últimas jornadas. También se podía ver a padres que se rezagaban o aprovechaban los ocasionales claros que se sucedían entre grupos de gente mientras la familia estaba entretenida, para asomar la nariz por la mesa del estand y otear el abanico de posibilidades que se abría ante sus ojos.
El XXII Salón del Cómic de Zaragoza, lleno de emociones
Lo bonito fue que la emoción embargó todo el evento en todas sus formas: alegría (por ver nuevas obras con las que disfrutar), diversión (por compartir momentos jocosos y distendidos con los acompañantes), sufrimiento (por debatirse sobre si caer en la tentación de comprar más lecturas), curiosidad (por ver qué les podían ofrecer las obras), ilusión (por tener un pedacito de los autores de esas obras recién adquiridas y poder compartir un ratito con ellos)… Hubo tantas historias como personas que se pasaron por el Salón y no hablo (solo) de las impresas.
Historias vivas que aparecieron de distintas maneras: entre libros y lectores; entre lectores y autores; entre autores y otros autores; entre autores y editores; entre editores y otros editores… historias que tomaron muchas formas y que se unieron para conformar un Salón del Cómic para disfrutar.
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