No puede tomarse un biopic como una traslación fidedigna de la realidad a la gran pantalla; no lo es. Es una ficción que se basa en una serie de hechos, en ocasiones en una novela (otra ficción) que recrea alguna situación que sucedió realmente. Este es un error muy común y que debe evitarse, ya que si uno acude a las pantallas de cine esperando encontrar una verdad en lo que es una ficción, entonces la experiencia le va a resultar muy poco satisfactoria.

Así sucede en Saving Mr. Banks, última apuesta de la compañía Walt Disneyen las producciones de acción real en lo que todos entendemos como un “Clásico Disney”, que ha venido precedida por Encantada y a la que seguiráMaléfica. Una nueva época de películas en las que Disney prácticamente ha dejado atrás el cine de animación para intentar encontrar un nuevo camino y, de momento, hay que reconocer que parece que este gigante empresarial lo está consiguiendo.

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¿Y qué se encontrará el espectador en Saving Mr. Banks? Ni más ni menos que las dos semanas que P.L. Travers (Emma Thompson) pasó en Los Ángeles para trabajar con el equipo que iba a llevar a su querida creación literariaMary Poppins hasta la gran pantalla, trabajando en un guión sobre el que ella tenía la última palabra o no cedería los derechos a Walt Disney(interpretado por el siempre talentoso Tom Hanks). Lejos de ser algo sencillo, esos días más bien estuvieron llenos de tensiones, discusiones y tiranteces ya que la autora en realidad no quería que su creación se convirtiera en una película, y menos aún de la línea habitual que ya tenían los títulos de la compañía.

Todo esto queda claro en la película, aunque “pasado por un poco de azúcar” para encajar, precisamente, en ese estilo que la propia literata no quería.  Pero no conviene olvidar que, en esencia, lo que vamos a ver es una historia de Walt Disney sobre su fundador, reforzada además por ser un (en cierta forma) “detrás de las cámaras” de una de las cabeceras más conocidas y queridas por su público, la icónica Mary Poppins de Julie Andrews. Finalmente, también se aportan unas pinceladas breves, aunque tremendamente importantes, sobre la infancia de de P.L. Travers y la influencia que tuvo en ella a la hora de crear su famosa saga de novelas.

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Julie Andrews, Walt Disney y P.L. Travers

Con todo, y a pesar de estar suavizados y edulcorados, se captan perfectamente la tensión del ambiente, los problemas en el guión, el hartazgo por parte de Travers y Disney, e incluso se muestra el cómo la autora no fue invitada al pase de estreno, algo que sucedió en la vida real.

Una película agridulce, llena de escenas con diferentes niveles de lectura, referencias en cada plano, que nos permite entrar un poco en el mundo de Walt Disney y bucear por sus archivos.

Sin duda esta será una de las obras cinematográficas del Olimpo del 2014.

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