Póster de Los pecadores. Créditos: Warner Bros.
Tengo la que considero sana costumbre de intentar ir al cine sabiendo lo mínimo de lo que voy a ver, algo que he vuelto a ejercer con esta Los pecadores, de la que lo único previo que sabía era su director (Ryan Coogler) y su protagonista (Michael B.Jordan), si bien entre su reparto hay más nombres que le pueden sonar al público general, como por ejemplo Hailee Steinfeld o Delroy Lindo.
Pese a todo tenía mis reticencias: Ryan Coogler es el director de la buena pero algo sobrevalorada Black Panther y su muy dilatada e inferior secuela (para Marvel, con Jordan en un personaje secundario) y de la primera entrega de la saga Creed (donde coincidió con un allí protagonista Michael B.Jordan, que también está aquí por partida doble). Pero ninguno de esos ejemplos se podría etiquetar de antológico.
De hecho para Michael B.Jordan sirven las mismas referencias, añadiendo las dos secuelas de Creed (la última dirigida por él) y la fallida 4 Fantásticos de 2015. Además me levantaba dudas una cierta unanimidad previa, en la que todo eran críticas positivas, lo cual siempre me hace pensar si luego el resultado final será para tanto. Pero ahí tengo que admitir mi error, ya que mis prejuicios eran injustos… aunque siempre con matices.
El guion de esta película mezcla muchos temas (segregación racial, drama histórico, blues, thriller, terror, etc.), por lo que de semejante popurrí podía haber salido un film fallido, pero en ese sentido Ryan Coogler realiza un trabajo bastante destacable, en el que se nota más libre que en sus aportaciones en Marvel o en Creed.
La comparación con Abierto hasta el amanecer sería evidente en su segundo tramo, pero previo al mismo se plantea un drama ambientado en 1932, y centrado en los problemas raciales imperantes por aquel entonces, con todo un trabajo de estética y ambientación realmente notable.
Los pecadores, un poco de todo pero bien mezclado
Pero llegamos a los matices: el protagonista (Michael B.Jordan) se supone que encarna a dos gemelos, pero pese a sus esfuerzos en muchos momentos cuesta distinguir cual es cual, más allá de como visten o con quien se relacionan. Asimismo hay una escena (y en esencia está planteado en toda la historia) en la que se intenta plasmar la trascendencia de la música para hilvanar presente y futuro, pero eso en pantalla se refleja de manera un tanto discutible.
En el tramo vampírico si se puede afirmar que es donde hay más tópicos sobre ello, pero los mismos están bien plasmados, en especial el hecho de que a dichos seres hay que darles permiso para entrar en donde estés, algo que se demuestra crucial aquí. Otro detalle que se le puede achacar, sin ser tampoco muy grave, es que sus 137 minutos podrían haberse acortado en la sala de montaje.
Los pecadores nos sitúa en 1932 y se centra en el regreso a Clarksdale (Mississippi) de los hermanos gemelos Smoke y Slack (ambos encarnados por Michael B.Jordan), con la idea de invertir en un club nocturno en dicha localidad rural todo lo recaudado como gángsters para gente como Al Capone (citado en cierto momento).
Dicho regreso les hará reencontrarse con diferentes personajes de su pasado, además de hacer patente la insidiosa amenaza del Ku Klux Klan, así como otra más inesperada pero igual de peligrosa: un vampiro de origen irlandés está infestando la zona, lo que hará que la noche de inauguración del club se convierta en una tremenda pesadilla sangrienta.
También hay que avisar de una escena entre los créditos finales, ambientada varias décadas después, y que permite tanto ver todo lo previo desde otra perspectiva como dejar las puertas abiertas para una hipotética secuela.
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Crítico especializado en cine y cómic, aunque no tiene problema en lanzarse a leer libros y opinar sobre ellos, siempre de forma constructiva y con educación. Bien conocido en el mundo de la divulgación por su alias, El Chacal, y su blog El Blog del Chacal donde comparte sus reseñas y conocimientos. ISNI 0000 0005 2401 3399