Fotograma de El tesoro de Barracuda. Créditos: Filmax
No quiero engañar a nadie, El tesoro de Barracuda me ha tenido sujeto al asiento como pocas películas de animación en largo tiempo. Sí, es un título familiar (que no infantil, aunque a veces se usen de sinónimos) y por supuesto que la historia va a terminar bien, no puede ser de otra manera, pero eso no impide que durante su cerca de hora y media sientas, padezcas, te conmuevas y alegres por todos y cada uno de los personajes.
Es una obra tierna y dulce, con un gran fondo, un mensaje precioso y esperanzador y una animación muy cuidada. El guion está trabajado, cada uno de los piratas que hacen aparición, sea mucho o poco, tiene su propia historia (aunque esta no se vea queda claro que existe tal trasfondo) y al terminar dan ganas de enrolarse en alguna tripulación para surcar los mares y vivir aventuras.
Una preciosa película de animación
De forma muy evidente, se capta en los primeros minutos, se trata de una adaptación a pantalla de una obra literaria previa. Tiene ese aroma, esa esencia, esa manera específica, una trama que llama a la tinta y unos personajes que huelen a papel, todo obra de Llanos Campos quien tuvo el germen original. Para llevarlo a la animación se ha contado con la dirección de Adrià García con Amèlua Mora y Álvaro Ortiz en el guion.
El resultado es una preciosa película de animación con una visual evocadora y un resultado que es tan naíf como bello. Quizá algunos puntos puedan ser predecibles pero no hay que olvidar que una gran parte del público serán niños pequeños y, al tener menos bagaje audiovisual, no se darán cuenta de los trucos de la narrativa. No es preciso que algo sea novedoso o innovador para tener calidad o gustar, lo que sí debe es ser coherente y tener un buen acabado, algo en lo que El tesoro de Barracuda sabe combatir y brillar.
Unos diseños fantásticos
Hay que alabar los diseños de los distintos personajes. Todos son, sin lugar a dudas, piratas pero cada uno tiene sus detalles, sus diferencias y sus matices. El más llamativo es el villano de la función, que más que un marino parece en ocasiones un ser salido del Infierno, un mal que acecha detrás de cada ola, con ojos en cada puerto y en cada barco.
También se notan varias referencias y guiños por aquí y por allá, empezando por un toque de La isla del tesoro que lo baña todo. El Capitán Barracuda es un claro deudor del Capitán Garfio de James M. Barrie, de igual forma su contramaestre y fiel ayudante parece beber de Smee en su visual de Walt Disney. Otro miembro de su tripulación podría identificarse con el real e histórico Stede Bonnet, apodado como «El caballero pirata», y por supuesto Ballena que en ocasiones hace pensar en Queequeg de Moby Dick.
Desafiar lo que se espera de nosotros
Más allá de la búsqueda y del tesoro escondido, esta es una historia de piratas, lo que se narra es la aventura que vive la niña Anabel quien, sin querer, se cuela en el barco de Barracuda. Allí debe hacerse pasar por un chico, como en otros tantos relatos, y descubrir que quizá los piratas no son lo que la habían contado. Y, más importante, ella tampoco. Ella puede ser, igual que todos, lo que quiera ser sin cumplir las expectativas de nadie, sin tener que rendirse a los deseos de otros.
Esa idea es la que prevalece en todo el metraje junto con otra, que está presente aunque no se expresa de forma clara hasta el tercio final: El valor y la importancia de la familia. Entendida esta como la familia real y no como la familia de origen, un tema este que es cada vez más tratado en ficciones de todo tipo, como en Los versos de la magia: El hijo de la hechicera, y que muestra un importante cambio a mejor respecto la sociedad en la que vivimos
El tesoro de Barracuda y el amor por los libros
El tesoro de Barracuda tiene otro punto de relevancia a su favor: La lectura. Uno de los hechos más llamativos es que la joven Anabel, oculta como Chispas, enseña a leer a toda la tripulación. Ellos, más que ninguno Ballena (precioso el momento en que logra leer su primera frase escrita), se esfuerzan y gracias a eso crecen, cambian y evolucionan. Se trata pues de una Bildungsroman, término alemán que se refiere a las novelas de aprendizaje solo que en vez de centrarse por completo en Anabel y su viaje, metafórico y literal, lo hace en el de todos los miembros de la tripulación, incluido su capitán.
Esta es una película que los pequeños disfrutarán, pegados a su asiento y embaucados por una trama que nos les dejará tiempo para comer palomitas, pero también los adultos por las diferentes capas que tiene la obra. Además, hay piratas, tesoros, combates… ¿a quién no le gusta una buena historia de piratas? Que se lo digan a Robert Louis Stevenson.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012



