La nostalgia vende. Vende y mucho. Lo que no quiere decir que siempre se haga bien o que sea de calidad. Hay obras que destacan como las firmadas por Guillem Medina, que os recomiendo de ya, y otras que son todo un best seller como Yo fui a EGB que cumple perfectamente con todos los tópicos de esa categoría.

No solo esos, claro. Si uno se va a cualquier Fnac verá que hay una gran cantidad de libros, películas, carteles o figuritas que hacen recordar una época pasada que quizá fue mejor, o puede ser que el recuerdo la haya embellecido. Es incierto eso de que “todo tiempo pasado fue mejor”, lo que es verdad es que tendemos a dejar en la memoria solo lo que nos hizo felices y anécdotas que nos enriquecieron.

¿Entonces todo merece la pena? Ni de lejos. Muchos productos son completamente olvidables y están únicamente lanzados al mercado para aprovechar un auge de venta. El tiempo los pondrá en su lugar, espero.

No es el caso de Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films, editado en nuestro país por Cameo y que debería ser de visión obligada para cualquier amante de las películas de la citada productora. La empresa cumbre de la serie B, más preocupada por hacer y hacer cintas que en la rentabilidad de estas. Claro está que con tal cantidad de material, a niveles casi imposibles para cualquier otro, conlleva que en algún momento se dé un pelotazo que ayude a seguir.

Hablamos de los responsables de El último americano virgen, Superman IV, El guerrero americano, Masters del Universo o Contacto sangriento, entre otros inolvidables títulos. Una carrera ascendente que parecía no tener fin, con matices y es que la historia de Cannon no empieza con Cannon.

Hay que ir hasta Israel y los primos Menahem Golan y Yoran Goblus. El primero quería hacer cine y el segundo era el responsable de la parte empresarial, en 1979 compraron esta productora a sus doos fundadores (Dennis Friedland y Chris Dewey) por tan solo medio millón de dólares. Con ellos empezaba una maratón que se haría legendaria por la cantidad de películas lanzadas, la ínfima calidad de las mismas (que irónicamente han logrado permanecer en el tiempo), las malas condiciones de trabajo, las mentiras y las formas agresivas de sus dos mentes motoras.

Una leyenda que trae de vuelta Mark Hartley en este documental comercializado por Cameo en España, además en un formato que simula una cinta de VHS y que se muestra como un acierto total. El metraje es un largo recorrido por toda la historia de estos dos primos y su paso por la meca del cine que si bien no fue del gusto de todos es innegable que lograron cambiarla para siempre; de hecho muchas de sus formas de trabajar y comercializar sus productos es seguida hoy en día por otros. ¿Unos adelantados a su tiempo? Quizá. ¿Unos amantes del cine? Sin duda.

Gracias a las declaraciones de un buen número de profesionales se crea una visión prácticamente completa de cómo era y qué hacía. Todo bien salpicado de fragmentos de sus películas, imágenes de archivo y también citas directas de los dos hombres tras la empresa. Todo para hacer sumergirse al espectador en un mundo que ya no existe pero dejó una marca indeleble.

Un documental imprescindible para todo amante de la serie B y del cine en general. Plagado de referencias y nostalgia a cada segundo haciendo que sea una experiencia a la par divertida y enriquecedora.

Choca la ausencia, precisamente, de Golan y Globus, pero es sabido que realizaron por su cuenta The Go-Go Boys: The Inside Story of Cannon Films en el que contaron su propia historia. Y además lograron estrenar antes, puro estilo Cannon hasta el final.

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