Cartel de Blancanieves. Créditos: Walt Disney Pictures
Hoy llega a los cines la nueva versión del clásico de Disney Blancanieves a imagen real, después de los recientes estrenos de La sirenita, Peter Pan y Wendy y Pinocho.
Disney sigue con la linea de adaptar clásicos animados a imagen real. Si bien la empresa empezó con las películas de imagen real que recontaban historias clásicas animadas en 1994 con una adaptación de El libro de la selva, a la que le siguió tres años después con 101 Dálmatas, la linea propiamente dicha empezó en el año 2017 con La Bella y la Bestia, protagonizada por Emma Watson y Dan Stevens.
El cuento de siempre
Blancanieves es la historia de una joven princesa de un reino muy lejano cuya madre muere cuando aun es una niña. Unos años después, su padre se casa con una mujer muy hermosa, quien en realidad es una bruja obsesionada con la belleza física. Cuando el rey se pone al mando de su ejército para la batalla, la nueva reina queda al cargo e impone sus caprichos arruinando el reino moral y económicamente.
El cuento cambia muy poco y solo se alarga para añadir más contexto a la historia. Antaño el guion se movía más por contextos explicados muy brevemente y lo demás se dejaba como sobreentendido. Ahora el público pide menos suspensión de la incredulidad en cuanto al trasfondo. En este caso, vemos al inicio esta evolución del reino desde la felicidad absoluta a la luz del sol hasta la tristeza más oscura con muchos tonos grisáceos. La ambición de la nueva reina y sus motivaciones son muy obvias y su crueldad, infinita.
Las interpretaciones están a la altura de la presentación. No podemos olvidar que estamos ante una reinterpretación moderna y no podemos esperar que los personajes sean exactamente iguales que hace noventa años. Tiene que haber una extrapolación equivalente entre 1937 y 2025. En ese sentido, aunque en parte consigue renovar a los personajes, todavía conserva trazas sociológicas de la original. Blancanieves mantiene su inocencia pero la refuerza con un punto de autoestima, seguridad y autosuficiencia.
Muchas luces y sombras
En la parte visual, destacamos precisamente esta polaridad entre luces y sombras bastante marcada. Desde el momento en el que la reina afianza su poder, el reino se convierte en un lugar lúgubre, apagado y sin alma, cuyos ciudadanos han perdido la esperanza y la memoria de los tiempos pasados. Y por otro lado, en contraposición, la linde del bosque donde viven los enanitos se presenta más luminosa y colorida, como el último bastión de felicidad y esperanza del reino.
Y hablando de los enanitos, no podemos dejar de hablar de la mina en la que trabajan, que solo hace una aparición durante la famosa canción que entonan, pero que por su presentación y escenografía a algunos nos recuerda a otra mina poblada por otros enanos en cierta Tierra Media.
Quizás la parte más criticada de estos efectos especiales sea el aspecto de los enanitos, un diseño a caballo entre el original animado y el realista que termina siendo ninguno de ambos. Su apariencia es un híbrido que no termina de encajar ni de convencer, y que destaca entre el resto de personajes y seres que aparecen en pantalla en un sentido negativo. Se entiende la decisión de querer mantener los diseños originales renovados, al ser una propiedad intelectual de Disney, pero sencillamente no encajan en imagen real. O al menos, no así.
En la linea de la imagen real
La nueva película de Blancanieves es un bonito homenaje a la original, manteniendo muchas cosas desde 1937 y actualizando otras para hacerla atractiva al público actual. Los aficionados acérrimos de la versión animada no van a disfrutar mucho de ella. Aquellos que vayan con la mente abierta o vean por primera vez una versión del cuento clásico, se van a encontrar una película muy blanca e insulsa. Aun así, es una pequeña inyección de inocencia y candidez que tanta falta hace hoy día.
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Crítico de cine de largo recorrido, además de amante del terror clásico y el mundo de LEGO. Es profesor Pokémon y ha sido juez del juego de cartas de la franquicia en torneos oficiales a lo largo y ancho del mundo. Es graduado en traducción y ha sido el intérprete de nombres como Julian Glover y Paul Blake, General Veers y Greedo de Star Wars. ISNI 0000 0005 1808 8642