Esta es una de las películas de la temporada a la que tenía ganas por muchos motivos: el reparto, la ambientación y, sobre todo, lo que narra.
El mundo de los MC’s (Motorcycle Clubs) no es ajeno para mí. Soy gran fan de Hijos de la Anarquía y Mayans MC. He leído Ángel del Infierno: Vida y andanzas de Sonny Barger y el Club de Motoristas Ángeles del Infierno. Pero, lo más relevante, es que mi hermano lleva años formando parte de uno de ellos. Te preguntarás: ¿Qué importancia tiene esto? Después pasaremos a eso, pero vamos primero al filme que nos trae aquí.
Una buena idea que cae en picado
La película está basada en el homónimo libro de Danny Lyon, el cual formó parte brevemente de un club de moteros (The Vandals), tomando fotos y entrevistando a sus miembros. El libro es la excusa para presentarnos una historia narrada en distintas épocas, cubriendo todo el auge y caída del grupo.
Tomando como figura principal a Billy, uno de los miembros, y las entrevistas que realizó a Kathy, su chica por entonces, hacemos un paseo por los distintos miembros de la banda, sus problemas, su relación y como vivieron esos años tan convulsos.
Hablar de reparto aquí es como intentar elegir postre en un buffet libre: todos son buenos y cada día te decidirías por uno diferente. Es cierto que el protagonismo femenino sólo presenta el rostro de Jodie Comer, con un talento más que de sobra para opacar a cualquiera de sus compañeros (con atención a ese acento sureño que ha logrado para el papel).
En cuanto al reparto masculino, podemos optar entre Austin Butler o Tom Hardy. El primero tiene un protagonismo que no parece tan desarrollado, pero la película se levanta alrededor de su persona. También es verdad que era muy complicado que se marcase una actuación como las que ya hizo en Elvis o Dune 2, donde tenía más presencia en la trama.
Lo de Tom Hardy ha sido (personalmente) una alegría. Necesitaba quitarme de la cabeza al Tom Hardy de Venom, ya que por mucho que haya puesto de su parte para realizar el rol del simbionte, quería de vuelta al Tom Hardy camaleónico y sobrenatural que ya tuvimos en Peaky Blinders, Taboo o Capone.
El resto de actores secundarios están en excelente forma a lo largo de la película, con especial atención a Michael Shannon, el actor fetiche del director, al que ha acompañado en todos sus filmes hasta este.
La historia nos presenta como un grupo de amigos pasa a ser una banda fuera de la ley y las consecuencias de ello, como su caída en la delincuencia. Como dije al principio, mi hermano forma parte de uno de estos clubs y puedo asegurar que no está ni por asomo cerca de cometer las mismas fechorías. De hecho, sucede todo lo contrario y se de las buenas acciones que hace un club como el suyo. Sólo lo digo para que nadie se forme una idea preconcebida de este tipo de asociación.
En conclusión, puedo recomendar la película como un entretenimiento fresco, sensato y muy acorde a lo que sucedió en la época (tal y como he leído) en algunos libros. La pega: una vez más nos llega una película con el suficiente atraso para que nadie acuda a verla al cine porque la pueden “conseguir” en casa. Este poco cuidado al cine es el auténtico crimen.
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