Portada de Ville Vermine. Créditos: Nuevo Nueve
Ville Vermine podría traducirse como Ciudad Alimaña y es un título más que adecuado, volveremos sobre ello en breve. La historia tiene por un lado un poco de noir con un investigador en horas bajas que sigue un encargo a cumplir, además de un poco de los niños perdidos de J. M. Barrie y bastante de esos mundos de fantasía urbana en los que el pulp se entronca con los postapocalíptico y lo ucrónico. Esos lugares cercanos a los que conocemos pero también muy alejados de ellos.
¿Y por qué nos gustan tanto? Es complejo de decir. Quizá sucede que nos llama la atención ver lo que pudo ser y no fue, como en los What If…? de Marvel Comics, somos un poco voyeurs en lo que respecta a las realidades paralelas. Más todavía cuando estas son oscuras y sórdidas, quizá nos reconforta saber que podría haber sido peor.
Un mundo sin esperanza…
Ville Vermine hace referencia en su título a una verdad de la obra, a que es una ciudad llena de alimañas. En parte recuerda a la vista en El Cuervo: Ciudad Ángeles, menospreciada secuela de El Cuervo a pesar de tener muchos méritos a su favor, ese sitio en el que la esperanza va a morir, en el que no hay espacio para nada que no sea la supervivencia.
Esto lo deja muy claro su autor, Julien Lambert, desde un principio. No parece que nada pueda hacer otra cosa, solo sobrevivir en un mundo en el que el protagonista habla con objetos, hay seres humanos que vuelan y lo imposible es tan cotidiano que no llama la atención de nadie. Es realismo mágico en estado puro narrado en viñetas de colores.
… hasta que aparece
Aunque no es cierto que no haya esperanza. Un relato sin esperanza es un relato desolador y por lo general todo entra mejor, incluso las lecciones morales y el jarabe que no queremos tomar, con un poco de esperanza y candor. ¿No bebemos el amargo jarabe guiados por la esperanza de una pronta recuperación? Sucede de igual forma en las ficciones, por muy oscuras y sórdidas que sean estas y como muestra se podría citar El Incal, obra imprescindible a la que (consciente o no) Julien Lambert evoca en sus páginas.
No se dirá el cómo llegará esta esperanza o a través de quién pero está ahí. La idea de que por muy mal que esté todo siempre puede mejorar, que hay otro camino a seguir y que si bien el camino al Infierno está empedrado de buenas acciones también hay otro que es de baldosas amarillas. Aunque a veces cueste verlo, mucho, pero está ahí y los personajes de Ville Vermine lo recorren, sin saberlo, desde el comienzo de la novela gráfica.
Ville Vermine: un posible título de culto
El trabajo de Julien Lambert quizá cueste un poco al principio, en parte por su particular y bastante personal estilo de dibujo, pero una vez se entra uno cae de lleno en él. Una obra esta que es poco probable que se convierta en un éxito de masas pero que sí encontrará sus admiradores y defensores, lo tiene todo para convertirse en un pequeño título de culto muy querido por sus lectores.
Eso sí, y va un aviso que quizá se considere destripe (aunque sea algo que se ve venir a la legua) pero creo necesario: El gato muere. Sin decir cómo, cuándo o el motivo, pero lo hace. Si eres como yo, y otras muchas personas, que tienes un peludo en tu familia es mejor que tengas esta información por la mano antes de leer. El trago será más llevadero.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012