La segunda vida de Pafman

Pafman es uno de esos personajes que se merecen más de lo que han tenido. Es verdad, puede que no fuera el más exitoso de todos y que, en cierta medida, fuera relleno para la revista Mortadelo pero eso no impidió que su creador, Joaquín Cera, diera unas historias divertidas, llenas de acción e ingenios en las que el humor absurdo y el gag desternillante eran la norma. Pero todo llega a su fin y también le sucedió al justiciero de Logroño.

O no. Pocos años después tuvo lo oportunidad de conquistar de nuevo al lector y logró hacerlo, con matices, durante una década en la editorial Random House a través de una serie de historias autoconclusivas de larga duración. Aquí el autor pudo demostrar unas capacidades y talentos que habían madurado con el paso del tiempo, además de explotar las posibilidades que ofrecía el trabajar en tomos con tramas largas en vez de un par de páginas breves semanales.

Clasicismo y modernidad

Así a lo largo de una decena de años Joaquín Cera supo combinar la modernidad que pedía la época, se lanzaron entre 2004 y 2013, actualizando su humor y sabiendo meter con acierto referencias y homenajes al momento, con un acertado rediseño de los uniformes de Pafman y su ayudante Pafcat, a la vez que mantener el respeto por su propia obra y la mitología previa de este. Así aunque nuevos personajes hicieron aparición también otros clásicos como el mítico Enmascarado negro y el doctor Ganyuflo, más enloquecido y temible que nunca.

El Pafman de los 2000 (y 2010) fue un buen intento de insuflar nueva vida al personaje, la calidad subió en todos los aspectos tanto de guion como de ilustración. Aunque con el problema de unos formatos cambiantes que le llevaron a pasar por la tapa dura, blanda, el color y el blanco y negro, lo que si bien leídos hoy sirve para ver la ductilidad y habilidad de su autor quizá no tanto para lograr un lector fiel que se mantenga en el tiempo.

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