El Doctor Gato y un holograma de Frost, perrito de aventuras

El Doctor Gato y un holograma de Frost, perrito de aventuras

Sigue la historia de Frost, perrito de aventuras.

Mientras tanto, entre las estrellas…

Frost, ¿estás seguro de que no quieres volver? – preguntó Duque que estaba orbitando alrededor del planeta. Así lo había querido el intrépido aventurero, quería monitorear todo desde allí arriba para asegurarse de que todo iba bien. Y así era, podía contemplarlo todo, veía cómo el planeta cambiaba y cobraba nueva vida. La misión estaba cumplida.

– Duque, ¿tenemos chocolate? Me apetece una taza – Una pregunta sin sentido, ¡siempre tenían chocolate! Y casi sin terminar la frase apareció una taza humeante delante de él – Gracias.- dijo sin dejar mirar por el gran ventanal. Estaba satisfecho y sabía que todos estaban alegre, que celebraban, cantaban y bailaban. No iba a volver, prefería no hacerlo. Le gustaba mucho reír y cantar, bailar y celebrar pero no tanto que le aplaudieran o ser el centro de atención, ese no era su mundo. Sabía que eso sería lo que iba a pasar si regresaba. – Quizá más adelante, pero hoy no.- Negó con la cabeza para sí mismo, suspiró, se alejó del ventanal y se sentó en su silla de capitán.

– Entonces… ¿dónde vamos ahora? – preguntó Duque con sus voz de tonos metálicos, y un poco de preocupación por su amigo quien tardó un poco en responder. Estaba mirando fijamente la taza de chocolate, perdido en sus pensamientos. Duque tosió, o lo más parecido a una tos que podía hacer una nave inteligente – ¿Frost? ¿Dónde vamos, dónde fijo el rumbo?-

El perrito salió de su ensoñación, dio un sorbo a su taza de chocolate y con la mirada un poco perdida dijo – ¿Sabes? Hace mucho que no vemos a Marta, a su marido y a su hijo Dende – (que, para el que no lo sepa Marta era una marta, su marido un cerdito y Dende un perrito un poco cabezón) – Pon rumbo a la Tierra, quiero ver a mi familia-.

Duque así lo hizo, pero antes le hizo otra pregunta – ¿Y después? ¿Dónde querrás ir? ¿O querrás quedarte de nuevo allí, en tu viejo planeta? – Sabía que era la pregunta adecuada, conocía bien a su amigo.

De pronto pareció que Frost, perrito de aventuras se despertara – ¡¿Qué?! ¿Quedarme? No, no. Vamos de visita y después… ya sabes qué viene después -Sonrió con una amplia sonrisa y dejó que su mecánico amigo lo dijera.

– Claro que lo sé. Como dices tú: ¡Salgamos a vivir aventuras!- gritó con alegría Duque.

– Eso mismo, eso mismo. – Le respondió – ¿Después? Después las estrellas, siempre las estrellas.- dijo mientras daba a su taza el último sorbo y miraba a través del ventanal.

Fuera los astros relucían y como si le hubieran oído titilaban, reían y hablaban entre ellas. Daban luz y llenaban la oscuridad del espacio. Siempre iguales, siempre distintas. Eternas e inalterables, excepto que siempre son diferentes, siempre cambian y son incontables. Igual que los granos de arena en el desierto.

Fin.

Fin del capítulo 7, parte 4. Frost, perrito de aventuras: Los gargantúas del mañana (El regreso del verde). Esta historia continuará.

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