Portada del recopilatorio 4 de El inmortal Hulk
La oscura epopeya de Al Ewing con, principalmente, Joe Bennet en El inmortal Hulk sigue adelante en El guardián de la puerta verde (4º tomo recopilatorio de Marvel Deluxe). Un viaje terrible hacia los interiores de un alma atormentada, todo con un maravilloso toque de terror tanto psicológico como físico que en ocasiones recuerda al arte de Stan Winston. Una odisea que redefinió por completo al personaje, su mundo y, por supuesto, a sus villanos.
El gran villano
Un héroe es tan grande como lo son sus villanos, es la valía por la que se miden. Seamos sinceros, si fuera sencillo vencer a Lex Luthor no importaría que Superman lo hiciera. En el caso de Hulk muchos de sus contrincantes son forzudos debido a sus características pero puede que el peor de ellos sea el que no lo es, el Líder.
Otro mutado por la radicación gamma pero en su caso lo que se vio afectado fue su intelecto, además de adquirir el habitual tono verde y mutar también físicamente. En su momento se habló de su paso por esta serie en La triste historia de Samuel Sterns y es que la suya es una tragedia desde todo punto de vista.
Repaso al pasado
Aunque si hay un gran villano de fondo en la vida de Hulk, o mejor dicho en la de Bruce Banner, ese es su padre. Un hombre mentalmente inestable que ve en su hijo la encarnación del mal y cuya existencia le ha marcado para siempre más allá de lo que el genio científico desearía, como bien muestran las dos historias de 1985 y 1997 (Monstruo de Bill Mantlo y Mike Mignola y Asuntos fúnebres de Peter David y Adam Kubert).
Su presencia es tal que en 2003 el director Ang Lee, artífice de clásicos como Destino: Woodstock y Brokeback Mountain. En terreno vedado, junto al guionista James Schamus, colaborador habitual del realizador, lo eligieron para ser el enemigo de la primera película cinematográfica del gigante esmeralda. Titulada solo como Hulk tuvo a Eric Bana como protagonista y a un muy inquietante Nick Nolte como su padre.
Caída al Infierno
El inmortal Hulk es como leer la Divina comedia de Dante Alighieri y El paraíso perdido de John Milton (de cuya adaptación a novela gráfica se habló hace tiempo), apenas hay espacio para la esperanza y sabes que cada pasito que das te hunde más y más en el abismo. Aunque, en ocasiones, haya un pequeño rayo de luz y alegría.
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