Cartel de Daniela Forever. Créditos: Filmax.
Nacho Vigalondo es un director con un sello personal muy evidente, basado en lo que podría denominarse “Norma-ficción”. Esto vendría a ser el uso de personajes muy cotidianos o costumbristas mezclados con propuestas de ciencia-ficción claras.
Esto vuelve a suceder con Daniela Forever, su nueva cinta. En este caso, las premisas a tratar son el duelo y los sueños lúcidos. Es increíble el juego de palabras que se da aquí: lucidez cerca de duelo. Creo que esta serendipia no es casual para nada y es en lo que Vigalondo quiere poner la atención.
¿Qué es Daniela Forever?
Encontramos a una persona dañada por el duelo de un ser querido, al cual se ofrece un tratamiento experimental para ayudarle a enfrentar dicha pérdida. Hasta aquí la premisa argumental, que no reviste ninguna complicación.
Lo que veremos a partir de entonces es un juego de espejos entre el mundo real y el mundo lúcido. Un espejo que, a medida que avance el tratamiento, presentará contaminaciones en sus reflejos.
Podríamos pasar horas hablando sobre el desarrollo del mundo onírico, como es de cierta su representación en la película, y un largo etcétera. Sólo me detendré a comentar lo acertado de la propuesta a la hora de separar las realidades por medio de ópticas diferentes. Mientras que el mundo onírico se presenta a todo color y con una calidad visual espectacular, la realidad se presenta por medio de un encuadre más corto, primitivo y de tonos apagados. Algo muy evidente sabiendo lo cruda que puede ser la realidad cada día.
Me interesa centrarme especialmente en los personajes de esta cinta. Dentro de este entramado de ficción costumbrista, la pareja protagonista es el núcleo simbiótico de la película y, fuera de este, cualquier otro personaje cumple con un carácter muy secundario. Más allá de los personajes de Aura Garrido y Nathalie Poza, ningún personaje en pantalla fuera de dicha pareja tiene un peso real para la trama, que no sea excusa, alivio cómico o relleno.
Esto podría suponer una lacra enorme para la película, pero obliga al espectador a acompañar al protagonista en su proceso de duelo y en la necesidad de aceptarlo por mucho que se niegue.
Lo que podría ser una base de drama romántico habitual, aquí va un paso más allá y se adentra en los comportamientos tóxicos que se dan en una relación. Algo que está presente con el rol de demiurgo que toma el protagonista con el control de sus sueños. El protagonista avanza en un comportamiento más tóxico a medida que asegura su control en la nueva realidad. (Me recuerda mucho a lo que sucedía con el Doctor Muerte en las primeras Secret Wars al tomar los poderes del Todopoderoso.)
Es muy significativo que la nueva realidad que construye el protagonista se enriquezca en todos los sentidos cuando su compañera evoluciona más allá de su rol de “chica de sus sueños”. Cuando la creatividad de la nueva ella comienza a relucir, este universo gana enteros y la película toma un ritmo diferente. Lástima que cada vez que el protagonista sienta una amenaza todo de un paso atrás.
¿Por qué comento lo anterior? Si bien creo que Nacho Vigalondo ha creado una película interesante y muy original, tengo la sensación de que a medida que se cuenta la historia se hace repetitiva y hace perder el interés. Es cierto que la vida también presenta una repetición en cuanto a lo común, pero ante la pantalla, la sensación se acrecienta. Diez minutos menos habrían hecho entender la película de igual manera.
Por añadir un “pero” más a lo comentado, tengo que hablar de Henry Golding y su interpretación protagonista. Es un actor sobradamente conocido tanto en cine como televisión, pero en esta cinta no parece desarrollar una evolución hasta prácticamente los últimos minutos de la película.
Como todos los trabajos de Nacho Vigalondo, no están hechos para un público universal, pero eso no resta que su obra sea muy disfrutable en cualquier momento. Con Daniela Forever pasa igual: a cada persona la hará sentir algo diferente. Aunque sólo sea para poder deleitarse con una historia romántica que no es la habitual y con un desarrollo diferente, merece mucho la pena ir al cine para ver este trabajo. Ya os dejo a vosotros decidir en cual de los mundos os quedaríais.
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Actor y director teatral con veinte años de experiencia a bordo de la compañía Teatro Baypass, que él mismo fundó. Miembro de la organización de la Feria del libro de Parla y técnico de cabecera en Estelar Media. Lee libros y cómics con la misma pasión que disfruta de un concierto o de una buena sesión de cine. ISNI 0000 0005 1808 8693