Cartel de Blue Moon. Créditos: Sony Pictures.
Asistir a pases de prensa es una experiencia curiosa, ya que puedes dejarte llevar por las emociones que llevas acumuladas en el día y responder de manera errónea antes la cinta. Pero, otras veces, vas con una película que te reinicia por completo y consigue que esos malos pensamientos se queden en la puerta. Hablemos de Blue Moon.
Antes de hablar del equipo de la película o de las impresiones que está me ha causado, es curioso como algunas canciones cambian por completo su significado al entender que puede haber detrás de ellas.
La dirección de la cinta corre a cargo de alguien que, sin importar el género, tiene probada su eficacia: Richard Linklater. Su filmografía recoge, entre otras muchas, grandes películas como la trilogía compuesta de Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes del anochecer, Escuela de Rock y Boyhood.
Si la dirección es talentosa, el elenco no se queda atrás y encontramos rostros familiares como los de Margaret Qually, a la que hemos visto en (no me cansaré nunca de recomendarla) The Leftovers o Dos chicas a la fuga. También contamos con Bobby Cannavale, reconocible en cintas como Blonde, o (desaprovechado para mi gusto) en la última temporada emitida de Sólo asesinatos en el edificio. Otro rostro conocido es el de Andrew Scott, que va cobrando cada vez más presencia en las pantallas tras sus apariciones en trabajos como Sherlock, Ripley o Fleabag.
Pero la película cuenta con un protagonista absoluto, que además vuelve a encontrarse con uno de sus directores favoritos: hablamos del camaleónico Ethan Hawke. En la carrera de este intérprete encontramos obras como Gattaca, Caballero Luna, o más recientemente, Black Phone. En todas ellas, al igual que veremos en la que da nombre al artículo, el actor da sobrada prueba de su talento ante las cámaras creando personajes que no guardan parecido de ninguna manera.

La historia de Blue Moon
La sinopsis de la película deja claro desde el principio que vamos a encontrarnos: «Es 31 de marzo de 1943, la noche del estreno de Oklahoma!, escrita por Richard Rogers, pero su antiguo socio, el atormentado letrista Lorenz Hart hace frente a su soledad y frágil autoestima. Sólo encuentra consuelo en el alcohol y los recuerdos, pero esta noche tendrá que enfrentarse a muchos de los demonios que le atormentan.»
Esta historia que vamos a contemplar está basada libremente en el intercambio de cartas que mantuvieron el letrista Lorenz Hart y Elizabeth Weiland. Lo sorprendente de la adaptación es que estos personajes apenas comparten unos breves minutos juntos ante la cámara.
Se nota desde los primeros segundos que estamos ante una película con un «aroma clásico»: dejamos toda nuestra actualidad atrás para abrirnos paso a un pasado «mejor». Pero ¿es realmente así?
Para el protagonista de la cinta no lo es en absoluto. Encontramos a Hart en un vacío existencial tras el nuevo éxito de su antiguo socio. Vemos a una persona que intenta agarrarse al pasado para seguir con el éxito del que se sabe tocado por él pero, al mismo tiempo, no dar apreciación alguna de debilidad en su vida.
La gente de su alrededor quiere cuidarle, pero su conducta tóxica no deja que suceda. Aún con todo, no podemos dejar de coger cariño a este autor: una persona que escucha a los demás, pero se siente invisible ante todo el mundo. No por ello se convierte una persona débil, ya que es un defensor atroz en torno a su trabajo como letrista. Sabe que es uno de lo mejores y son las únicas críticas que no piensa aceptar.
Si se puede dar tanto detalle en torno al personaje principal es por una razón evidente: el increíble trabajo que realiza Ethan Hawke para darle vida. Se entiende con facilidad por qué el binomio Linklater – Hawke funciona de maravilla siempre que se unen. Este trabajo es sólo una muesca más del perfecto entendimiento entre director e intérprete que sucede en contadas ocasiones, como también se puede ver con Robert De Niro y Leonardo DiCaprio a las órdenes de Martin Scorsese.
Una ambientación cuidada que suma enteros al resultado
A pesar de la contundencia de la interpretación de su protagonista, la película está llena de cariño y guiños a un momento diferente, en el que se estaban poniendo los cimientos de una nueva cultura norteamericana y teatral.
Es por ello por lo que podemos ver cameos de figuras tan relevantes como Stephen Sondheim (creador de, entre otros, el musical basado en El Fantasma de la Ópera), George Roy Hill (director de Matadero Cinco o El Golpe) o E.B. «Andy» White, al que vemos tomar nota de una de sus creaciones tan inolvidables como Stuart Little.
A mí, que soy animal de escenarios, me ha parecido un acierto absoluto esa puesta en escena 100% teatral, donde un escenario «sencillo» nos ofrece seguir una historia compleja llena de matices y rincones donde poder hablar en soledad. Detrás de un telón, la historia no cambiaría nada en absoluto y me parece una de las ideas más adecuadas para mostrar la vida de alguien que ha dedicado toda su vida a la escena.
Una película que, aunque parezca un enorme monólogo salpicado de extras, habla directa a todos esos momentos de soledad que hemos sentido y a la nostalgia de dar con alguien con quien poder hablar durante horas.
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Actor y director teatral con veinte años de experiencia a bordo de la compañía Teatro Baypass, que él mismo fundó. Miembro de la organización de la Feria del Libro de Parla y técnico de cabecera en Estelar Media. Lee libros y cómics con la misma pasión que disfruta de un concierto o de una buena sesión de cine. ISNI 0000 0005 1808 8693



