Cartel de La Bala. Créditos: Relabel Comunicación.
Estamos en un momento esencial donde, a pesar de la enorme polaridad de opiniones, se busca corregir injusticias que sucedieron hace tiempo. Es justo esa la temática de esta película: hablemos de La bala.
Es increíble como una pieza de metal tan pequeña puede causar un destrozo tan grande que genera un eco que se siente décadas más tarde. Apenas unos gramos de peso que han destrozado vidas, sueños, familias y esperanzas.
Nos encontramos ante la quinta película del intérprete Carlos Iglesias, director de otras cintas como Un Franco, 14 pesetas o La suite nupcial. Ante la cámara, hemos podido verle los últimos años como un habitual en la filmografía de Santiago Segura, como en la saga Padre no hay más que uno. Iglesias siempre se encarga de multiplicar sus labores en sus cintas, ya que, además de dirigir el film, toma el rol protagonista de sus historias.
En esta cinta, el resto del elenco está plagado de caras conocidas como Silvia Marsó (El género femenino, Sin novedad), Eloísa Vargas (esposa de Carlos Iglesias y presente en toda su filmografía), Carlos Hipólito (Cuéntame cómo pasó), Miguel Rellán (La casa, El cautivo) o Paula Iglesias (Los años nuevos e hija de Carlos Iglesias) entre otros muchos intérpretes.

La bala: otro caso de memoria histórica
Memoria histórica es uno de los términos que más aparecen en el cine de nuestro país de los últimos años. Ya se sabe cómo funciona esto: la ficción llega antes a los lugares correctos que la realidad.
Es curioso porque pensaba que dicha acepción atraería a gente de todo tipo para ver esta cinta, pero no fue así: a mis ya casi 40 años, era la tercera persona más joven de la sala y eso me pareció significativo (o quizá son cosas mías).
Carlos Iglesias comparte un rasgo común en casi todas sus películas: la historia de los españoles en el último siglo. Por eso, no es de sorprender que se acerque ahora a contarnos un relato de memoria histórica.
Un relato, todo sea dicho, basado en hechos reales. De hecho, en los créditos finales, podemos ver metraje particular sobre como vivieron los protagonistas reales dichas exhumaciones. Todo un detalle a la hora de dar visibilidad a quienes realmente sufrieron, el problema es que la película no hace justicia al relato.
Buena idea, mala puesta en escena
Una cinta que, cercana a los noventa minutos de duración, está visiblemente mal rodada e interpretada. El resultado (a mi parecer, claro está) se acerca más a un telefilme televisivo falto de cuidado. Entiendo el mérito (y el arrojo) de Carlos Iglesias a la hora de dirigir e interpretar la película, pero no comprendo cómo se puede tolerar mantener ambos roles «a medio gas». Si damos ejemplos, vemos que hay varias escenas donde la cámara tiembla o reenfoca sin ningún tipo de sentido.
A esto se le suma una interpretación coral que es absolutamente excesiva o falta de cariño. Tendría sentido dentro de un escenario, pero ante la cámara resulta desproporcionado y saca del relato cada vez que sucede.
Por último, cuando se nos quiere contar la historia real o los «por qué», ya llega muy tarde: nosotros ya sabemos que ha sucedido y podemos intuir cómo ha sucedido todo en función de los caracteres de los personajes. Unos minutos antes, la misma escena, hubiera tenido mucho más impacto.
Podemos cerrar esta crítica diciendo que la película muestra una buena historia (de las muchas que tristemente recorrieron, en esa época, la totalidad del país), pero dónde el soporte audiovisual resulta poco interesante y está muy lejos de hacer justicia. Una auténtica pena, la verdad.
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Actor y director teatral con veinte años de experiencia a bordo de la compañía Teatro Baypass, que él mismo fundó. Miembro de la organización de la Feria del Libro de Parla y técnico de cabecera en Estelar Media. Lee libros y cómics con la misma pasión que disfruta de un concierto o de una buena sesión de cine. ISNI 0000 0005 1808 8693



