Póster de la película Presence. Créditos: Neon
Presence a priori tiene toda la pinta de ser la enésima película de casas encantadas y fantasmas, con lo cual se puede comprender si de antemano levanta más indiferencia que algo de curiosidad, a lo que tampoco ayuda que el nombre más popular de su elenco sea Lucy Liu. Pero me decidí por ella por sus responsables: Steven Soderbergh y David Koepp, siendo el primero un director de prestigio, con una filmografía variable y considerable, si bien la mayoría lo conoce por la trilogía que inició junto con George Clooney en Ocean’s Eleven (que incluso tuvo spin-off femenino).
Por su parte Koepp, que sería el guionista del presente film, ha ejercido las mismas funciones en películas tan diversas como el primer Spider-Man de 2002 dirigido por Sam Raimi, Misión Imposible de Brian de Palma en 1996 con Tom Cruise, o unas cuantas entregas de franquicias como la jurásica que comenzó Steven Spielberg o la de Indiana Jones.
También ha probado suerte como director, siendo su mejor película (al menos para el que esto escribe) El último escalón de 1999, con Kevin Bacon de protagonista y basada en un relato de Richard Matheson. En esa película también se toca el tema espectral como en esta Presence, pero en su día pasó un tanto desapercibida por el estreno esa misma temporada de El sexto sentido de M.Night Shyamalan, un éxito apabullante de temática coincidente.

Presence, desde un curioso punto de vista
A estas alturas aún no he definido que es Presence: Pues en lo básico vendría a ser la historia de una familia que se va a vivir a una casa en la que pronto se siente cierta presencia. El conjunto familiar (padre, madre, un hijo y una hija) están esbozados con un perfil bastante sencillo: el progenitor es más comprensivo y la mujer (por contra) se muestra algo más desapegada del resto. El hijo vendría a ser un prototipo básico de adolescente un tanto egoísta, mientras que la hija arrastra un trauma y aparenta ser (en inicio) la más sensitiva, y la primera en percatarse de esa presencia.
Los problemas que arrastra la jovencita son sugeridos, aunque no se ahonda en los mismos, si bien algo de ello estaría relacionado con la presencia a la que a la que da título el film. En su tercio final cierto personaje verbaliza la justificación que permite atar cabos sueltos (más o menos) para entenderlo todo. Hasta aquí digamos que tampoco he dado detalles muy destacables que digamos…
Si bien en ciertas valoraciones previas ya lo dan por supuesto, en mi caso tengo que matizar el mayor aliciente que tiene, haciendo que esta cinta sea al menos un poco mejor que un telefilm de sobremesa, siendo su mayor novedad sobre una fórmula muy gastada. Bajo mi punto de vista no sería un spoiler, porque es algo que se hace evidente desde el inicio, pero si no se anticipa puede hacer que el conjunto no guste.
El mayor aliciente de esta película sería el hecho de estar desarrollada desde el punto de vista del fantasma, moviéndose la cámara cual se supone que lo haría el susodicho: en largos planos secuencia, sólo cortados por escuetas pausas en negro que van enlazando momentos. La presencia sería intangible e inmaterial, y solo percibida por algunos pero invisible hasta que sus actos la delatan… y es el espectador. Por tanto Presence vendría a ser un experimento visual a cuenta de una historia demasiado común, que le sirve a Soderbergh para demostrar su solvencia como cineasta, manteniendo la tensión, y con un final donde el ser humano es peor que cualquier fantasma.
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Crítico especializado en cine y cómic, aunque no tiene problema en lanzarse a leer libros y opinar sobre ellos, siempre de forma constructiva y con educación. Bien conocido en el mundo de la divulgación por su alias, El Chacal, y su blog El Blog del Chacal donde comparte sus reseñas y conocimientos. ISNI 0000 0005 2401 3399



