Fotograma de Babygirl. Créditos: Diamond Films
Antes de hablar de Babygirl hay que aclarar que el sexo vende, eso es indudable, y hubo una época (allá entre la década de los ochenta y la de los noventa), que títulos como Atracción fatal, Instinto básico o Showgirls intentaron provocar a los espectadores, con mayor o menor acierto. En fechas recientes la trilogía de 50 sombras de Grey quiso probar suerte en eso del erotismo «soft», pero con unos resultados poco acertados (en mi caso no vi más allá de la primera entrega de la trilogía cinematográfica, y la literaria me forcé a acabarla pero tampoco es que sea gran cosa).
Nicole Kidman en Baby Girl
La mayoría de los títulos citados (y tantos otros que también pueden servir de ejemplo) tamizan el tema sexual dentro de lo que vendría a ser el glamour del cine, y esta Babygirl sigue el mismo patrón, pero con una «relativa» novedad: si todo se construía sobre la satisfacción masculina, en este caso lo que se busca es justo lo contrario. Para ser exactos es lo que busca su protagonista, encarnada por una bastante acertada Nicole Kidman que vuelve al género después de tocarlo hace un cuarto de siglo en Eyes Wide Shut, la obra póstuma de Stanley Kubrick.
El hecho de que la sexualidad femenina ha sido desde siempre bastante coartada y reprimida (algo que ya se tocaba en Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos) vuelve a ser el origen en este film: nada más comenzar vemos al personaje de Nicole Kidman mantener sexo con su marido en la ficción, encarnado por Antonio Banderas. Pero al finalizarlo, insatisfactoriamente en el caso de ella, se va a ver porno donde una mujer es sometida por un hombre para masturbarse y quedar satisfecha, planteándose el curioso contrasentido de que mientras la protagonista es una mujer en una posición de poder (es alta ejecutiva), lo que de verdad le gustaría sería ser sometida.
Un triángulo amoroso y sexual
A la empresa en la que trabaja entrará un nuevo becario, de talante algo insolente y atrevido, con el que empezará un juego sexual con el que satisfacer sus fantasías, con la contradicción antes citada de que siendo ella la que ostenta el poder sobre él, cuando ambos se encuentran se intercambien los papeles, lo que dará pie a un triángulo amoroso y sexual entre la protagonista, su marido y el becario que la satisface, el cual tarde o temprano acabará siendo descubierto por todas sus partes.
Sexo consentido y sin cortapisas
En una defensa del sexo consentido, pero sin cortapisas ni barreras, la Babygirl se decanta por el deseo femenino (aunque parezca más bien una fantasía masculina), con una destacable Nicole Kidman que consiguió gracias a este film la Copa Volpi a mejor actuación femenina en el Festival de Venecia del pasado año. Aún así, pese a querer ser transgresora en sus connotaciones sexuales, la película tampoco ofrece nada que no se haya visto ya antes, pero resulta estimable que intente derivarse aquí más hacia la satisfacción de la mujer que la más usual búsqueda de la satisfacción del hombre.
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Crítico especializado en cine y cómic, aunque no tiene problema en lanzarse a leer libros y opinar sobre ellos, siempre de forma constructiva y con educación. Bien conocido en el mundo de la divulgación por su alias, El Chacal, y su blog El Blog del Chacal donde comparte sus reseñas y conocimientos. ISNI 0000 0005 2401 3399