Fotograma de la T2 de Poquita fe. Créditos: docpastor.com - Amamos la Cultura Pop
Poquita fe es una de esas series que aparece un poco en medio de la nada, sin grandes pretensiones, sin muchos artificios, sin enormes campañas mediáticas… y a pesar de todo se convierten en un éxito. Tanto de público como de crítica y en su caso es por derecho propio, por sus muchos aciertos y bondades.
La sencillez de lo mundano
La trama es en apariencia, y en fondo, sencilla: el día a día de una pareja normal y corriente. Normal y corriente de verdad y no de la forma en que muchas veces sucede en las sitcoms. Por mucho que Los Serrano pretendieran eso la suya era una situación poco común, los miembros de Friends también se salían de lo habitual y no digamos ya en mitos legendarios y fundacionales como Seinfeld o Cheers.
Aquí no es así. Los dos protagonistas, Berta y José Ramón, interpretados por Esperanza Pedreño y Raúl Cimas (con una química maravillosa), son igual que todo el mundo. No son demasiado divertidos, ni lo contrario, tampoco atractivos, ni lo opuesto, ni viven nada extraordinario, ni lo opuesto. Son gente normal y corriente con vivencias normales y corrientes, respuestas normales y corrientes y unas relaciones normales y corrientes.
Y esa es la clave. Toda vida vista desde fuera puede, y muchas veces lo es, resultar cómica. La propia más que ninguna. Esos tropiezos del día a día, ese amigo algo más excéntrico, esa respuesta que damos que es una “bocachanclada” en estado puro… Los creadores de Poquita fe supieron coger todo eso y hacer con ello auténtico oro.
Poquita fe y su temporada 2
La segunda temporada, que llegará a Movistar + el 25 de septiembre, se mueve en las mismas y estupendas líneas. Aquí la trama lleva a los dos protagonistas a verse obligados a mudarse con sus padres (los de ella y los de él) ante la pérdida de su piso y la problemática de encontrar otro para alquilar. Hecho este que, además, sirve de clara crítica a un tema que preocupa a mucha población y que está a la orden del día.
Aunque todavía no hemos podido ver la tanda completa de episodios, estamos por la mitad, sí se puede decir que el resultado es igual de estupendo y divertido que en su primera temporada. Una vez más pide al espectador tener cierta mala uva propia, un humor alineado con el suyo y que, esto es así, hay que aclarar no es para todo el mundo. Pero para el que sepa ver la magia de esta comedia quedará enganchado a ella sin remedio y para siempre.
La vis cómica de Pedreño y Cimas
La vis cómica de todo el elenco es encomiable, cada uno en sus líneas y con sus matices específicos. Más que ningunos sobresalen, y así debe ser, los dos protagonistas. Esperanza Pedreño crea a una mujer sensible y optimista pero también en ocasiones tímida y más timorata de lo que debería; por su parte Raúl Cimas resulta divertido a cada momento como un torpe y entrañable grandullón, alguien que lo intenta siempre pero no siempre lo consigue.
Hay que vivir la vida
Poquita fe dice algo importante y poderoso, que la vida es la vida y que estamos aquí para vivirla. En parte puede recordar a la obra literaria y poética de Charles Bukowski que, de forma muy sencilla, podría definirse como “La vida es una mierda, llena de tropiezos y problemas pero estamos aquí, así que vamos a ello”. Y así resulta en esta serie con todo lo bueno y lo malo, con todo lo alegre y triste, con todo lo que depara el día a día.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012



