Ilustración para 'Carmilla', creada por D. H. Friston (1872)
Drácula de Bram Stoker ha sido la novela que más ha influido a las historias sobre vampiros del mundo cinematográfico, y las primeras adaptaciones del mismo han marcado la estética del personaje. Pero el género del terror ha visto otros vampiros a lo largo de su historia.
El lesbianismo en el vampirismo
La novela Carmilla de 1872 escrita por Joseph Sheridan Le Fanu abrió las puertas al subgénero del vampirismo lesbiano. El libro narra la historia de una joven llamada Laura que de vez en cuando tiene visiones de una hermosa chica que la visita en su habitación. Unos años después, un carruaje se accidenta delante del castillo y la familia de Laura acoge a sus pasajeras: una chica llamada Carmilla y su madre. Laura reconoce a Carmilla como la joven de sus visiones.
En el séptimo arte, la primera adaptación de la temática fue La hija de Drácula de 1936, dirigida por Lambert Hillyer. Una secuela directa de la película de 1931 protagonizada por Bela Lugosi, en la que la hija de este, la condesa Marya Zaleska, quien también es una vampiresa. Marya cree que destruyendo el cuerpo de su padre será libre de su influencia. Pero cuando fracasa, le pide ayuda a un psiquiatra, el doctor Jeffrey Garth para superar esa influencia. Pero finalmente acepta su destino y decide convertir al doctor Garth en vampiro atrayéndolo a Transilvania tras raptar a su ayudante, Janet Blake, por la que poco a poco empieza a sentir una atracción especial.
Del terror al erotismo
Sangre y rosas de 1960 es una película francesa de terror erótico basada en Carmilla. Algunas cosas cambian, como en lugar de suceder en Austria en el siglo XIX ocurre en Italia en el siglo XX. Trata la historia de Carmilla, una joven celosa de que su amiga Georgia se case con su primo Leopoldo, por quienes tiene extraños sentimientos. Una explosión abre unas antiguas catacumbas donde reposa un ancestro vampírico de Carmilla.
En La maldición de los Karnstein (1964), El conde Karnstein (interpretado por Chrisopher Lee) llama a un médico para que cure a su enferma hija Laura. La enfermera cree que está poseída por el espíritu de un ancestro suyo, Carmilla. Mientras, una joven sufre un accidente con su carruaje en frente del castillo de los Karnstein, lo que le obliga a quedarse allí. Con el tiempo, ambas chicas se hacen muy buenas amigas.
Siguiendo con los Karnstein, Hammer Productions hizo una trilogía de películas basadas en la familia, con una notable carga argumental de lesbianismo que fue disminuyendo a cada nueva entrega. Estas fueron Las amantes del vampiro (1970), protagonizada por la condesa Mircalla (anagrama de Carmilla) Karnstein que adapta la novela de Sheridan; Lujuria para un vampiro (1971), que sigue la historia cuarenta años después con una descendiente de Carmilla que intenta resucitarla; y Drácula y las mellizas de 1971, que cuenta la historia de dos gemelas que se van a vivir con su tío (interpetado por Peter Cushing) tras quedar huérfanas, el líder de una hermandad de cazadores de brujas, pero una de ellas intenta escapar de la severidad de su tío y cae en las manos del conde Karnstein.
A lo largo de las décadas la historia de Carmilla no solo ha influido y abierto la imaginación de innumerables directores y autores, sino que el mismo mito se ha ido expandiendo a medida que el concepto del lesbianismo se ha apartado de la mera lujuria sexual.
Otro tipo de vampiros
El último hombre sobre la tierra, película de 1964 basada en el libro Soy leyenda de 1954 escrita por Richard Matheson, y protagonizada por Vincent Price presentaba un tipo diferente de vampiro, menos sobrenatural y más científico, al relacionar el vampirismo como una enfermedad pandémica mundial. Su contraparte americana, El último hombre… vivo de 1971 protagonizada por Charlton Heston plantea este mundo invadido por humanos vampirizados que solo pueden salir de noche, pero añade además un componente de Guerra Fría al relato. La más reciente adaptación de la novela fue Soy leyenda de 2007 protagonizada por Will Smith.
Cazavampiros, la némesis
Un protagonista siempre tiene a su antagonista, su némesis. Una característica de los protagonistas de las anteriores películas es su rol como cazadores de vampiros, que casi siempre ha estado presente como contraparte de las criaturas sobrenaturales. A veces accidentalmente y por obligación, como en los casos anteriores, y otras por vocación. En este sentido encontramos al más famoso de todos ellos, el profesor Abraham Van Helsing. El apellido ha generado toda una leyenda a su alrededor y se ha convertido, fuera del canon, en un clan familiar cazavampiros. En Van Helsing de 2004, Hugh Jackman interpreta a Gabrial Van Helsing, inspirado en el personaje original.
Cabe mencionar a una de las más conocidas por el público general, Buffy Summers de Buffy la cazavampiros, interpretada por Kristy Swanson en la película de 1992 y por Sarah Michelle Gear en la serie televisiva de 1997. Ambas interpretan a Buffy Summers, una inocente animadora de instituto que un día descubre que su destino es ser la elegida para eliminar vampiros. Mientras la película tiene un tono más humorístico, la serie toma caminos más dramáticos.
Si hablamos de cazavampiros cinematográficos, es de obligatoria mención el famoso cazador de Marvel Blade, antihéroe que nació del cómic La tumba de Drácula en 1972 y que protagonizó su propia película en 1998 interpretado por Wesley Snipes. Presentado en un principio como un humano immune a la maldición vampírica, su origen moderno lo señala como un dhampiro, criatura mitad humana y mitad vampira con habilidades sobrehumanas y cuyo mezcla de ambas razas crea esa inmunidad.
Y hablando de vampiros cazadores, la saga Underworld, que abarca seis películas entre 2003 y 2016, presenta a Selene, una guerrera vampira que se ve envuelta enmedio de una guerra entre vampiros y hombres lobo. Aunque en este caso Selene no caza a los vampiros sino a los hombres lobo, siendo una agente de élite de las tropas vampíricas.
Más allá del cine
No podemos terminar la lista de cazavampiros sin recordar a uno de los más reconocidos del mundo de los videojuegos, que aunque no haya tenido adaptación cinematográfica, su universo y estética están fuertemente influidos por muchos mitos creados en el séptimo arte, especialmente en las películas clásicas de la Universal. Me refiero a la familia Belmont de la saga Castlevania que, como Van Helsing, su apellido también es sinónimo de Drácula. Armados con un látigo al más puro estilo Indiana Jones, intentan matar al conde Drácula cuya alma renace una vez cada cien años.
Simon Belmont fue el primero que conocimos en el primer juego de la saga en 1986, aunque no fue el primer Belmont cazavampiros dentro de la cronología.
Precisamente, volviendo al punto inicial de este artículo, la serie de animación de Netflix basada en el videojuego presenta a Morana y a Stringa, dos miembros del Consejo de Hermanas vampiresas que mantienen una relación amorosa entre ellas.
La sombra de Drácula
No cabe duda de que aunque existen muchos y diferentes tipos de vampiros y criaturas sobrenaturales aficionadas a la sangre ajena, Drácula es la cara más visible del monstruo. Su porte y su leyenda han inspirado mil historias en las que, directa o indirectamente, ha estado involucrado. A veces como protagonista, a veces como antagonista.
Síguenos en Instagram, Tik Tok o súmate a nuestro canal de WhatsApp y no te pierdas ningún contenido. ¡Disfruta de la Cultura Pop!
Crítico de cine de largo recorrido, además de amante del terror clásico y el mundo de LEGO. Es profesor Pokémon y ha sido juez del juego de cartas de la franquicia en torneos oficiales a lo largo y ancho del mundo. Es graduado en traducción y ha sido el intérprete de nombres como Julian Glover y Paul Blake, General Veers y Greedo de Star Wars. ISNI 0000 0005 1808 8642