Nos pasamos el día comunicándonos, hablando y transmitiendo informaciones. O al menos lo intentamos, ya que no siempre tenemos éxito y es entendible ya que somos humanos lo que nos da libertad para poder equivocarnos. En esta última semana he tenido tres experiencias que son un ejemplo claro de cómo no hacerlo, vamos a ello:

1) ¿Qué pasa? Hace poco mi conexión a Internet dejó de funcionar, llamé para ver qué pasaba. No era la primera, ni cuarta, vez que me ponía en contacto con el servicio técnico para que me dieran una solución y para mi sorpresa (bueno, realmente no) no me dieron ninguna, además de dejarme claro que las anotaciones que toman de las incidencias no son tales. Siempre que he hablado con este servicio ha sido por el mismo problema, en todas las veces me han dicho que registraban la incidencia, que se iba a solucionar y que no me volvería a dar problemas. Ninguna ha sido cierto esto, siempre ha vuelto a fallar y me ha tocado llamar de nuevo, para ver que desde Orange se desentendían y ponían solo parches (si acaso).

Ayer me puse en contacto con un total de 10 personas (a razón de dos por cada llamada). La primera vez solo me dijeron que era un corte. La siguiente vez me indicaron los mismo pero además que estaban tomando nota detallada de todo, esto me chocó ya que siempre he tenido el mismo problema y por tanto dejaban claro que nunca habían llegado a registrarlo por completo. La cuarta llamada logré que se me dijera que no era un corte, era una pérdida total del servicio que es algo totalmente distinto. Y finalmente, van cinco, resulta que era una pérdida total y masiva que estaba afectando a un gran número de personas.

Para lograr esto hizo falta cinco llamadas, diez personas y dos horas. Para que sencillamente me dijeran qué estaba pasando. Si desde un comienzo la persona del otro lado dice “Sí, tiene usted una pérdida total del servicio, hemos tenido un fallo masivo y está nuestro equipo técnico solucionándolo”, no hubieran hecho falta más llamadas y tampoco que ahora mismo considere que lo mejor va a ser darme de baja de sus servicios.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA2) ¿Quién eres? Hace poco una persona se puso en contacto conmigo por un proyecto. Me llegó un mail en el que no se presentaba en ningún momento, tampoco me decía realmente qué podía tener de interés para mí esta colaboración y terminaba preguntando si quería esto. Todo en menos de dos líneas, con faltas ortográficas y un “jaja” por medio.

Nada de lo que puso en esas breves palabras me ayudaba a saber quién era. Sí, estaba el nombre del e-mail, una opción era entrar en Google y hacer una búsqueda para tener más datos, pero el pensamiento es este “si tú no has perdido ni tres minutos de tu tiempo para darte a conocer, ¿porqué tengo que gastar yo tres minutos de mi tiempo para ver quién eres?”

Vamos a pensarlo desde el punto de vista de uno mismo. Yo tengo interés en que tú colabores conmigo en algo que tengo en mente, no es algo que venga desde el lado de la otra persona o que sea ese otro el que pretenda liarme a mí. No, si soy yo el que te requiere para algo entonces en mi mano estará el primero presentarme para que tú sepas quién soy, después siempre es de agradecer el cómo me he hecho con tu contacto (en mi caso en concreto es muy fácil acceder al mismo, la verdad), detallar un poco el proyecto y la posible colaboración que tengo en mente para ti y finalmente facilitar una forma de contacto.

Por supuesto, esto siempre ya sea en por correo, mensaje o en persona, el dar las gracias por el tiempo y por la atención. La educación siempre tiene que ser obligatoria, y más al contactar con alguien que no nos conoce.

3) ¿Qué ofreces? “Hola, buenas tardes. Le llamo de Canal Plus para ofrecerle un paquete que le puede interesar” “Ah, ¿y porqué me puede interesar?” “Verá es un paquete a muy buen precio” “Vale, ¿pero qué tiene de interesante?” “Tiene un precio realmente bueno” “Disculpe, ¿qué me está ofreciendo? ¿Qué tiene ese paquete?” “Es un paquete a muy buen precio con 100 películas y documentales” “No me vuelva a decir lo del precio, por favor. ¿Qué películas?” “Sí, son 100 películas y documentales a un buen precio”.

Esto más o menos vendría a ser la conversación telefónica que tuve con Canal Plus. Una llamada que yo no había solicitado, hecha a mi domicilio en mi horario de desconexión (más o menos el final de “Dos hombres y medio” y el principio de “Padre made in U.S.A”, para ofrecerme algo que me iba a interesar o al menos eso es lo que decía la señorita.

Nada de esto era cierto claro. No me interesaba para nada y menos cuando tras varias preguntas no logré realmente saber qué me pretendían dar, no más allá de un difuso “100 películas y documentales”, algo que sirve de bien poco cuando tengo unos 500 títulos en DVD, cuenta en Filmin y NEOX dándome las series que me gustan (salvo “Doctor Who”, que la veo en emisión directa desde Inglaterra). No logré en ningún momento que me dijeran ni el precio, solo que era muy bueno pero no la cantidad, tampoco supe qué película que podían ser clásicos de la serie B o los últimos estrenos de cine, y tampoco obtuve información alguna sobre los documentales (amén que realmente no llegué a tener claro si eran 100 películas + documentales o 100 películas y documentales).

En cualquiera de estos tres casos reales, y que me han pasado a mí, no se requería más que un minuto para dar toda la información relevante. En ninguno de ellos fue así, solo había que responder a ¿qué pasa? ¿quién eres? ¿qué ofreces?

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