Esta semana ha sucedido algo que me ha hecho pensar muy seriamente sobre la sociedad en la que nos encontramos. Una sociedad que por ver, oír o tan solo consumir algo cree que puede hablar, juzgar o incluso criticar. Una sociedad que se cree con el poder de dictaminar qué es el bien y qué el mal, que antepone la opinión personal al conocimiento y reflexión o al, simplemente, investigar si eso es correcto o no. A moverse bajo el prejuicio.

Y cuando eso se muestra de alguien conocido como Juan Gómez-Jurado, te das cuenta de la poca falta de visión y cabeza que tienen ciertas personas. Cuando sabes que ese alguien es periodista, te das cuenta de que lo que hay al otro lado es un mal profesional. O un profesional con mala praxis. No sé cuál es peor.

Juan Gómez-Jurado es el autor del polémico artículo “Venganza contra la traducción” que ha desatado numerosas réplicas.

En este artículo hablaremos sobre el doblaje y los engranajes que lo componen.

¿Qué hace falta para pasar de una película en VO a su versión doblada?

Si todo va como debe ir (y de acuerdo con eldoblaje.com):

  1. El estudio de doblaje recibe el guión original. Se lo manda al traductor.
  2. El traductor recibe el guión original y procede a su traducción. Se lo manda al estudio que lo remite al ajustador.
  3. El ajustador recibe el guión traducido y procede a encajarlo en la imagen. De nuevo vuelve al estudio.
  4. El director de doblaje asigna los papeles a los actores de doblaje y se graban las pistas con el guión traducido y ajustado.
  5. Los técnicos hacen la mezcla de sonidos con los diálogos.
  6. Se hace una proyección de imagen y sonido (por vías separadas pero sincronizadas) con el cliente. Ahí se ven los fallos que pudiera haber y anotan para enmendarlos.
  7. Se manda el sonido al laboratorio y ellos se encargan de juntarlo con la imagen (en los formatos que sean necesarios para las proyecciones en cine o DVD).
  8. El cliente lo vuelve a visionar para comprobar que está todo correcto y da su visto bueno para sacar las copias que se contemplen en la tirada.

En el artículo que os comentábamos, sale a relucir un “problema de traducción” de la película Vengadores: La era de Ultrón. A saber:

  • Nick Furia, en la versión en castellano, en cierto momento dice: “Se multiplica como un conejo”, mientras que en VO dice “The guy’s multiplying faster than a Catholic rabbit.” (“Se multiplica más rápido que un conejo católico).

No recuerdo si la frase final era así, pero en relación con el asunto se ha sabido que el mismo actor de doblaje, Miguel Ángel Jenner, sí había grabado “un conejo católico”.

Entonces, la queja del artículo no tiene sentido. El traductor ahí no tuvo nada que ver. El “conejo católico” pasó por manos del traductor, del ajustador y del actor de doblaje. Si el mismo actor de doblaje asegura haber dicho en la sala esa expresión, entonces es de lógica pensar que también llegó a manos del cliente.

jurado

El otro gran y popular tema por el que se martiriza a los traductores es la traducción de los títulos de las películas. ¿La parte divertida? Que ellos no tienen nada que ver.

Los títulos son decididos por el cliente, en este caso, la productora. Ella es la que considera qué es lo más adecuado en cada caso, qué (teóricamente) resume la esencia de la película en el idioma en cuestión y, no nos engañemos, qué hará que el público vaya al cine a verla.

Cada lengua tiene sus particularidades y estas mismas son las que nos condicionan nuestra manera de pensar. Una traducción literal no acostumbra a ser la solución idónea, muchas veces por el simple hecho de cómo suena, otras, las más, por la carga que llevan las palabras y el significado que les rodea o conlleva.

Esa es la razón por la que los títulos se traducen, pero no hay que perder de vista quién lleva a cabo qué papel.

Se demoniza al doblaje, al traductor y a los actores de doblaje (los mal llamados “dobladores”) y siempre se pone como ejemplo las películas en inglés. Siempre el mismo ejemplo. Con siempre el mismo comentario. “Pues que aprendan inglés”.

De esa manera ya estás limitando el público al que te diriges. ¿Qué haces con la gente que no se le dan bien los idiomas? ¿Y la gente de cierta edad que no conoce otro idioma que el materno (de 50 para arriba)? ¿No tienen derecho a disfrutar de las películas? ¿Y qué hacemos con los discapacitados visuales? ¿Por no poder ver se les quita la posibilidad de tener ese hobby?

Aceptando eso, ¿qué haces con las películas suecas, danesas, chinas, coreanas, árabes…? ¿Hay que estudiar todos los idiomas del mundo para poder ver sus películas? Entonces no habrá tiempo para verlas.

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En lo que estoy de acuerdo es que habría que dar la opción. Proyectar la película doblada, subtitulada y en VO. Porque, claro, el largometraje subtitulado no es versión original. Pero bueno, de eso ya hablaremos en otro artículo.

Es cierto que los traductores cometen errores, igual que los abogados pierden casos e incluso los médicos yerran. Todas las profesiones se equivocan porque no son profesiones, son personas que desempeñan ese oficio. Yo, por ejemplo, os podría contar de un periodista que ha cargado contra un colectivo entero sin antes, por lo que parece al leer su artículo, informarse del tema.

¿La ironía del asunto? Que tanta discordia haya venido de alguien cuya obra haya sido traducida en 40 idiomas y se enorgullezca de que, bajo sus propias palabras según el artículo Venganza contra la traducción, haya sido “robada y violada”.

4 comentarios en «Traductores, violadores y otra gente de mala vida»

  1. Pretender que todo el mundo vea una película o una serie de televisión en versión original es puro esnobismo. Conozco a muchos de los que te repiten una y otra vez que ellos sólo ven las películas en inglés y os puedo asegurar que si lo hacen, no se enteran de nada. Yo soy de las que les pone películas, series y videos en inglés a los alumnos porque pienso que cuanto más oigan hablar a nativos, mejor, pero hace falta mucha exposición a un idioma para enterderlo. El trabajo de los actores de doblaje y de los traductores suele ser muy bueno. A veces, incluso las obras originales salen ganando La censura no la establece el traductor. Para eso se bastan productores y editores. El señor Juan Gómez-Jurado siempre está a tiempo de hacerse sus propias traducciones.

    1. La gente tiende a olvidar a esas personas que no tienen los conocimientos ni las capacidades para entender un idioma extranjero, además de la apetencia del momento. Igual que hay veces que te apetece un helado no solo por hambre (bueno, un helado nunca es por hambre), hay días que también te apetece disfrutar de una película y desconectar. Dejarte llevar por la historia y simplemente no pensar en nada más. Y menos en estar atento al acento de ese actor tan cerrado que no se le entiende un pimiento.

      Tienes razón, hay muchos que nunca se cansan de oírse decir que ven las películas en inglés. Y cuando indagas un poco en la conversación te terminan diciendo “ah, no, no, yo la veo en inglés pero con subtítulos en castellano. Pero en VO”. Esa mal entendida VO.

  2. Desafortunadamente acá cuenta mucho el dinero. Al menos en México el traductor ya es ajustador. Quizá porque el subtitulaje es más común en el país. ¿Traducir directo del idioma original cuando no es inglés? Sí, claro… Las distribuidoras no quieren pagar lo que cuesta un traductor de otro idioma que no sea inglés. “Voy a ver si consigo el script en inglés para que no salga tan caro”. Ves traducciones literalmente salidas de Google Translator; cuando le comentas a tu cliente, su respuesta es “mientras no se queje mi cliente o el público, no hay problema; esta persona me cobra barato”… 🙁 Triste realidad de los traductores de doblaje y subtitulaje.

    1. Aquí en España puede depender. Hay veces que pueden serlo los traductores o incluso los mismos directores de doblaje. El caso que comentas es muy triste (y por desgracia me creo que sea cierto) pero ahí ya interviene la profesionalidad de cada uno. El anteponer ahorrarse algo a obtener una buena calidad del producto. Malos profesionales hay en todas partes y en manos de los clientes está el que eso cambie.

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