De cuando en cuando en “La consulta está abierta” tenemos a  profesionales (y amigos) para colaborar, contarnos sus secretos y darnos ideas, hoy es el turno de Pilar Ramírez, periodista y consultora de Comunicación, y a la que podéis leer en su blog “Desde la gavia”.

Lo mejor de la literatura es que nos ayuda a comunicarnos, a expresar sentimientos y a crecer en el aprendizaje vital de cada uno. Algunos aprovechan para evadirse y otros, como yo, lo hacemos simplemente para disfrutar.

No es que no se pueda disfrutar de la música, la comida, los viajes, el cine, la escritura o una estimulante discusión… Es simplemente que las sensaciones que deja una buena lectura van más allá. No hablo de felicidad en estado pleno, adrenalínico y desbocado. Me refiero al bienestar que sólo se encuentra al entrar en una historia, bucear en una trama o descubrir un personaje delicioso. Hablo del maravilloso recuerdo que podemos encontrar en el mundo fantástico de Fran Herbert en Dune, o en la belleza y sensibilidad de Evelyn Vaugh en Retorno a Brideshead.

Hablo de lo extraño que uno se siente cuando se ve reflejado en las referencias musicales contemporáneas de otros autores, como Jonathan Franzen en Libertad (con esos maravillosos protagonistas de cualquiera de sus novelas) o cuando uno se sobrecoge con las historias tremendas de Sábato en Sobre Héroes o Tumbas.

Todos ellos han conseguido crear recuerdos que permanecen y forjan la personalidad de quien los lee. No es posible tener catorce años, descubrir La Princesa Prometida (William Goldman) y que no te pase nada. Sí que pasa. ¡Claro que pasa! Y eso te cambia. O descubrir con algunos años más el Cuarteto de Alejandría de Durrell y seguir con tu existencia como antes. Es imposible. De repente eres otra persona. O la misma, pero más feliz.

Y uno se relaja. sigue con su vida hasta que, después de haber andado por algunos recovecos literarios, un día llegas a Rusia. Te encuentras con Tolstói y Dostoievski. Y todo se vuelve del revés otra vez. Novelas enormes, decimonónicas, que sin embargo parecen escritas ayer mismo. Con historias universales y personajes como tú, como yo o como los que salen en los periódicos.

Claro, que a veces uno, dejándose llevar por los tiempos que corren, recurre a lecturas que le hacen pensar, no sólo relajarse. Y entonces las noches se crispan. Dejan de ser ese preludio tan rico al sueño. Y uno se enreda con Tony Judt, Cristopher Hitchens, Stefan Zweig,…Hasta que llega el día siguiente con la convicción de que se puede cambiar el mundo.

No pretendía esto ser un catálogo de lecturas, sino una explicación de por qué los libros pueden y deben estar en el top ten de lo mejor de una existencia. Pero nada como preguntar por ahí,…seguramente el mundo está lleno de locos que ahora mismo están intimando con el marroquí Tahar Ben Jelloun o el húngaro Sándor Márai, entre muchos otros. Y lo curioso es que mi mayor sentimiento al respecto, es el de envidia por no ser yo quien los pueda leer, por primera vez.

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