Literatura

Dejé el periodismo y ahora soy más feliz

Mi motivo para escribir libros es sencillo, me cansé de pelear con el periodismo. Ahora lucho en otro ring y soy más feliz.

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A veces hay ciertas decisiones que tomar que son jodidas pero están ya tomadas, solo que nos cuesta darnos cuenta de ello. Había lanzado un primer libro que gustó y empezaron a quemarme los dedos, mi corazón me pedía escribir más y más, y mientras lo hacía seguía pegándome para hacerme un hueco en el mundo del periodismo. Es cierto que tuve algunos éxitos pero todo muy lejos de lo que yo pretendía y había perdido en algún momento el calorcito interno que debería darte algo que amas.

Lo he comentado más de una vez, el periodismo es una amante infiel. Te dice que te quiere mientras por la espalda envenena tu copa de whisky y te engatusa para que te la bebas. Es un oficio precioso (jamás me escucharéis decir otra cosa) pero una profesión terrible llena de sitios oscuros, favoritismos, mierda varia y gente que primero te pisa la cara y después te mira. No siempre, claro, también hay personas excepcionales (y he tenido la suerte de trabajar con muchas que lo eran), pero en general el cansancio pesa mucho más que lo que se logra a cambio.

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Entonces, casi por casualidad y pura pasión, surgió la posibilidad de publicar un libro. Un libro que se escribió y tardó cerca de un año en ver la luz respecto de su fecha inicial, cosas editoriales. Funcionó, escribí otro sobre periodismo (el que menos repercusión ha tenido, otra señal), vino un tercero y un cuarto que se lanzaron en años consecutivos. Me llevaba bien con mi editor, iba conociendo más autores y me sorprendía que iba teniendo cada vez más lectores, los mejores del mundo, además, esos que te escriben para comentarte que tu trabajo les ha inspirado, que te dan las gracias por charlar con ellos, te llevan un regalo a las firmas y sencillamente te hacen sentir que no solo eres un raro ante un teclado, eres parte de ellos y de su vida. De verdad, no hay nada mejor en el mundo.

Mientras todo esto pasaba seguía pegándome para encontrar ese hueco en el mundo del periodismo. En el cultural, además. Sí, es cierto, podía (quizá) haberlo tenido de hacer ciertas concesiones, la primera de ellas prostituirme a cambio de nada, de no cobrar y encima teniendo que dar las gracias por ello. Un mal endémico en esta profesión de tira tintas es ese, la gran cantidad de medios que no pagan y se aprovechan hablando de una promoción que a según qué años y experiencia suena casi de coña. Y no me refiero a webs o blog de aficionados llenos de pasión (y muchas veces de calidad), no, me refiero a revistas reconocidas, diarios de amplia tirada, medios con empresas de gran calado sustentándolas.

Día sí y día no. No te pagamos pero solo te pedimos un artículo al mes. No te pagamos pero hablaremos de tu libro. No te pagamos pero tendrás promoción. No te pagamos pero podrás ir a pases de prensa. No te pagamos pero podrás hacer entrevistas.

Citando una sentencia que se ha convertido en clásica en nuestro idioma: a la mierda.

Es lo mejor que puede decirse.

Los lectores, lo mejor de escribir son ellos.

Al final me vi en esa encrucijada. Me gustaba escribir. Ese era el punto y tenía dos caminos delante, esperando a que eligiera, así que pensé en Robert Frost, cerré los ojos y lo hice. No fue algo fácil y llevó tiempo. No lo hice solo, ni me había dado cuenta de todo esto, de lo infeliz que era y lo cansado que estaba hasta que alguien me hizo verlo, me ayudó, me apoyó e hizo que todo cambiara.

Realmente desde que tomé esa decisión hasta que empecé a hacerla real pasaron meses, casi un año, hasta que llegamos a finales del 2015 en que me dije que ya bastaba, había que darle de una vez. Si quería escribir libros tenía que apostar por ello, tenía que dedicarle todo el tiempo que pudiera, tenía que ponerme a ello, promocionarlo, ir teniendo siempre ideas, escribir uno y acto seguido escribir otro. Tenía que dejar de ser un periodista que a veces escribía libros para ser un escritor que a veces escribía artículos.

Que nadie piense que esto es sencillo. No lo es. Hacerse un hueco en el mundo editorial cuesta y mucho, ser un autor y lograr que esto sea tu vida es una tarea muy complicada pero poco a poco se consigue y voy notando ese calorcito interior que perdí en su momento. Sucede cada vez más a menudo, termino un libro y sonrío, me escribe un lector y sonrío, un librero me hace una propuesta y sonrío.

No sé qué pasará dentro de un lustro, las cosas cambian mucho en cinco años, solo puedo saber qué pasa ahora, solo puedo ser responsable de mis actos y de mis decisiones, solo puedo luchar por aquello que me gusta y que me hace sentir realizado.

Siempre seguiré haciendo entrevistas, reseñas, artículos, iré a eventos y hablaré de ellos, el periodismo sale del corazón y eso nunca muere, solo muere cuando la profesión hace que muera. Pasa muchas veces. El único periodismo independiente es el que realmente no tiene ninguna atadura y tener que comer cada día es una atadura, entre otras tantas. Seguiré amando el oficio pero hace tiempo que en muchos sentidos dejé de pelear con la profesión.

Hay muchos libros por escribir y todavía más por leer, hay muchos lectores a los que conocer y gente a la que ver en sesiones de firmas. No hay nada mejor en este mundo.

Sencillamente soy más feliz.

Seguimos peleando.

2015-07-19 20.58.02

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