Tocar películas míticas tiene un peligro y es que se te vuelva por completo en contra. Lo que ha pasado a la posteridad por su calidad o su carisma conviene no tocarlo, y si vas a hacerlo al menos darle la suficiente vuelta de tuerca para que el espectador no se encuentre con algo que ya conoce.

La historia es bien conocida por todos. Una familia normal que de pronto empieza a sufrir en su propia casa una serie de extraños fenómenos paranormales y deberán hacer algo para enfrentarse a ellos, y así poder recuperar a la hija pequeña que ha sido llevaba hasta el otro plano. El éxito del titulo hizo que tuviera dos secuelas, generalmente muy olvidadas por el público, además de una serie televisiva derivada llamada Poltergeist: el legado que va por su propio camino.

Durante mucho tiempo se estuvo planteando y escuchando la posibilidad de una cuarta entrega, pero el fallecimiento de Heather O’Rourke en 1988 no parecía hacerlo probable. Finalmente llega a nosotros esta nueva versión que si bien no deja de ser un refrito ha intentado conformar un producto con sus propias señas de identidad.

Los elementos más conocidos están presentes y todo en la película está orquestado para lograr que el espectador cierta miedo y tensión desde el comienzo, lo que en mi opinión lastra la historia por el buen número de intentos de hacerlo a la fuerza y no dejando que fluya. Por suerte la acción no tarde en empezar y los efectos de hoy en día hacen que sea un buen espectáculo que sin duda hay que ver en pantalla grande.

El director cumple con lo que se esperaba y entrega una cinta de no más de una hora que sabe que la van a comparar con la original, así que una vez asumido eso se ha preocupado de dar una película sólida y coherente dentro de la realidad que ella misma explica.

Uno de los aciertos ha sido no contar con una nueva Tangina Barrons, ya que el papel de la médium interpretada por Zelda Rubinstein es demasiado icónico y recordado como para atreverse a sustituirlo. Apuesta por un camino bien diferente y más adecuado para el cine de hoy en día, sin dejar de aportar su propio personaje lleno de carisma que bien merecería una serie (y que el espectador descubrirá en su momento en la película).

Personalmente me ha alegrado ver a a Sam Rockwell, un actor que en mi opinión está muy infravalorado y al que los aficionados a Marvel quizá recuerden por ser Justin Hammer en Iron Man 2. Demuestra como otras tantas veces que hay pocos papeles que se le resistan. Tengo que destacar también a Jared Harris al que siempre es un placer ver en pantalla, ya sea en Fringe o como la némesis en Sherlock Holmes. Y por supuesto hay que mentar a Kennedi Clements en su papel de Madison Bowen, la hija pequeña que contacta con las almas perdidas.

Poltergeist se presenta como un producto de entretenimiento puro que solo quiere hacer sentir algo de miedo al espectador. Es entretenida, es coherente en sus premisas, la fotografía está cuidada y los efectos más que adecuados. Es lo que tiene que ser. Y además sale un cerdicornio.

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