Una de las mejores cosas que tienen los cómics, y toda ficción, es que al ser fantasías todo es potencialmente posible. No hay nada que, en teoría, no pueda suceder y llevarse a cabo si los autores quieren y se atreven.

Da igual lo descabellado que sea, las viñetas son ventanas a otros mundos y dentro de la miriada de realidades que quizá existan, si planteamos que estas son infinitas, todo puede pasar en algún momento.

Quizá una de las cosas más interesantes, o al menos de las más resultonas, son los crossovers y Planetary no está exento de ellos. Por un lado tenemos en el que cruzan su camino con The Authority, ambos grupos comparten mundo, dejando en evidencia las diferencias que tienen en sus formas de actuar y las intenciones de las mismas.

Aunque mucho más interesante a mi entender es la aventura que comparten con Batman en Planetary/Batman: Night on Earth, y que podéis leer en el tomo tres de ECC Ediciones. Una apuesta interesante por parte Warren Ellis que no solo intenta crear una aventura al uso para sacar dinero, que bien podía y nadie hubiera dicho nada, más bien aprovecha para dar un buen homenaje a todos los años de vida del murciélago y a los hitos más destacados de este.

Para ello se sirve de una trama en la que el grupo de arqueólogos acude a Gotham, más oscura y sucia que nunca, para encontrarse con Dick Grayson (que trabaja para ellos) y Jasper, su asistente que es una especie de Joker suavizado. Un reparto que en cualquier otro momento bien podría formar parte de un Otros Mundos y que aquí son poco más que mensajeros para sus superiores.

Elijah Snow y su equipo han ido en busca de John Black, hijo de un superviviente de Ciudad Cero y heredero de poderes que no comprende. En concreto sus dones son capaces de moverse entre realidades, como deja claro una foto que muestra Grayson en la que se ve a tres versiones de un mismo hombre muerto por el cruce de sus cuerpos. Sorprende el comentario del líder de Planetary de que ya había sucedido algo así, un “colapso parcial del multiverso” que sucedió en 1986, una clara referencia a las Crisis en Tierras Infinitas que finalizó en 1986.

Vamos al tema.

Lógicamente estando en Gotham tendrán que encontrarse con Batman que entra en escena en una preciosa viñeta a toda página, que recuerda poderosamente a Batman: Año Uno, en la que John Cassaday muestra una vez más sus fantásticas capacidades. Pero no será la última, ya que como he adelantado antes Warren Ellis no sirve una simple historia de crossover y lo que hace es ir mostrando diferentes versiones del murciélago mientras es afectado por los poderes de John Black.

El primer cambio es al encarnado por Adam West en los años sesenta, incluyendo sus calles de colores chillones, su vocabulario super correcto como corresponde a un “agente de la paz autorizado” y sus gadgets (veremos un divertido bat-repelente de villanas); acto seguido será transformado en el oscuro ser de Batman: The Dark Knight Returns con sus rudas formas, al que seguirá el de la edad de plata ilustrado por Neal Adams con su capa azul y su emblema amarillo en el pecho.

Por supuesto un homenaje de este tipo no estaría completo sin la aparición del concepto inicial de Bob Kane y Bill Finger, con esas largas orejas, el cinturón de hebilla obalada y el usar armas de fuego, algo que después en la continuidad retroactiva se borraría pero que en las décadas de los 30 y 40 no era algo extraño de ver en héroes del cómic y las novelas de baratillo.

Este no es, ni de lejos, el mejor cómic de Planetary y tampoco lo pretende, ni lo intenta la verdad. No es tampoco el típico crossover de héroes peleándose sin sentido. La historia es breve, sencilla y concisa, sin tener más intención que ser un mero vehículo para rendir tributo a uno de los mayores personajes del cómic y hacerlo, además, a través de algunas de sus versiones más recordadas.

Si este cuento es algo, es una carta de amor.

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