Que una película prometa dar experimentos extraños, científicos locos, Segunda Guerra Mundial, y nazis hace todos los seguidores del fantástico sientan cosquillas. Más cuando detrás de todo ello está J.J. Abrams, quien ya ha acostumbrado al público a esperar lo inesperado en sus producciones.

En esta ocasión esa es su labor, productor, ya que la dirección está en manos de Julius Avery y el guión en las de Mark L. Smith y Billy Ray. La mezcla de los cuatro nombres da eso mismo, una mezcla de géneros que hace que este filme esté a medio camino entre el cine bélico y el terror más moderno (en su vertiente popular llena de zombies).

Lo mejor que puede decirse es que hay de todo. Desde unos primeros estupendos diez minutos con el soldado Boyce (Jovan Adepo) llegando en avión hasta Normandía con sus compañeros, hasta carreras por laberintos oscuros mientras seres salidos de las pesadillas intentar hacer de las suyas. Pero no hay que engañar a nadie, lo mejor es el comienzo, ese breve metraje en la nave aérea y a partir de ahí la cosa empieza a ir hacia abajo, llegando en ocasiones a pecar de ser algo tediosa.

No hay nada que no se haya visto ya. Un pequeño pueblo que sufre los excesos de los nazis, un científico loco al nivel del temible Josef Menguele para el que lo único importante es su ciencia, y por supuesto un malvado y encantador siervo de Hitler que se convierte en el secundario estrella junto a Wyatt Russell, que demuestra la verdad del refrán que dice “de tal palo tan astilla”.

La imaginación está por doquier, bien salpicada de sangre y vísceras con bastante tortura, lo que pide una cinta de este tipo y algo en lo que los guionistas no han escatimado. Al igual que en oscuridad y giros (en teoría) inesperados con los que sorprender al espectador, logrando (eso sí) que salte del susto en algún momento.

Overlord es un filme a partes irregular pero en general entretenido, con una fotografía y una producción muy cuidadas pero al que le sucede lo mismo que a Venom. Es decir, llega tarde y con exceso de presupuesto, pero como siempre es el que está sentado en el cine el que debe decidir.

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