Los Robinson han vuelto, y siguen perdidos en el espacio

El primer libro que escribí se tituló Los sesenta no pasan de moda. A día de hoy sigo pensando que no hay nada en esa frase que no fuera cierto, el paso del tiempo no hace más que demostrarlo una y otra y otra y otra vez.

Pongamos unos ejemplos de creaciones de esa fascinante década que siguen bien en activo, han resucitado, o sencillamente son todavía muy queridas: Spider-Man, Star Trek, La familia Monster, Los Picapiedra, La familia Addams, Flipper, Ultraman, La cuadrilla de los once (Ocean´s Eleven, para el que no sepa de qué hablo)… y que esto podría seguir durante largo rato, aviso.

No solo en televisión, cine y cómic, pasa en otros muchos campos, desde la literatura a la moda, pasando por la música e incluso el ocio. Pero es que hablamos de unos años que fueron una revolución en toda regla, muchos viejos patrones cayeron, se idearon propuestas arriesgadas, se lanzaron productos increíbles y por desgracia en este país se vivía una dictadura que complicaba que esto fuera así (pero eso queda para otro artículo).

Parte de la demostración de que los sesenta siguen bien vivos es la nueva versión de Perdidos en el espacio, que llega de la mano de Netflix. Pero antes de comentar las primeras impresiones, gracias al visionado que han proporcionado de sus dos episodios iniciales, quizá convenga hacer un poco de labor arqueológica.

Una serie muy pop

Situada en los lejanos años noventa, en relación a la emisión original que comenzó en en 1965, Irwin Allen nos plantea una historia en la que el mundo según lo conocemos está llegando a su final y por eso se toma la decisión de mandar una nave tripulada en busca de un lugar al que poder trasladar la humanidad.

Los elegidos para tal misión serán los Robinson, una alegre y unida familia que encabeza el sabio profesor John Robinson, junto a su esposa Maureen, además de sus hijos Judy, Penny y Will, que se convertirá en el más icónico de todos gracias a la interpretación del niño Bill Mummy. Este joven ya había tenido una carrera previa con títulos como Disneylandia. El mágico mundo del color o The Twilight Zone, motivo por el que aunque la sombra de este personaje siempre le perseguiría pudo tener una larga producción alejado del mismo.

La familia no estaba sola, ya que la misión la compartían con Don West, piloto y buen amigo, al que pronto se unirán el villano de la función, el Dr. Smith al que daba vida Jonathan Harris y el robot B9 que pasará a la posteridad por su frase Danger, Will Robinson! Danger!. Y es que este ser de metal terminaría siendo uno de los protagonistas más carismáticos, solo superado en popularidad por el (en teoría) malvado Smith y el pequeño Will Robinson.

Según fueron pasando los episodios la trama fue siendo cada más extraordinaria y rebuscada, no en vano hablamos de una producción que estuvo en antena hasta 1968, y que realmente nunca llegó a terminar, al menos si hablamos narrativamente. El título dejó de estar en televisión pero en realidad los protagonistas nunca vieron finalizado su viaje, quizá condenados a vagar por el espacio hasta el fin de sus días…

El revival de los noventa

En 1998 el director Stephen Hopkins fue el elegido para traer de vuelta a la familia Robinson. El realizador de Depredador 2 y Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños unió sus fuerzas con el guionista Akiva Goldsman, quien también firma la historia de Batman y Robin, logrando un resultado que siendo amables podríamos definir como irregular y sin serlo se puede decir que fue un desastre en toda regla. Entretenido, más o menos, pero malo a rabiar.

Por un lado el equipo protagonista encabezado por William Hurt y Mimi Rogers como los padres Robinson no tiene nada de química entre ellos, menos todavía el intento de tensión amorosa entre Matt LeBlanc y Heather Graham (Don West y Judy Robinson, respectivamente) que casi llega a competir con el horror que fueron Nicole Kidman y Will Ferrel en Embrujada (a la postre otra revisión de una serie de los sesenta).

Se suma a este despropósito un Gary Oldman que se pasa de excéntrico como el Dr. Smith, al que como no podía ser de otra forma en los años noventa se le termina convirtiendo en una especie de monstruo, de forma metafórica y literal. Sin lograr en ningún momento funcionar con Jack Johnson y Jared Harris (sí, Moriarty en Sherlock Holmes: Juego de sombras), actores encargados de ser Will Robinson a diferentes edades, a lo que se suma el claro intento de que todo fuera la antesala de algo más y no tanto un producto que pudiera funcionar de forma unitaria.

Personalmente y a pesar de todo guardo un grato recuerdo de esta película, en parte por haber acudido a la sala de cine con mi padre siendo pequeño, y también ya que fue uno de los encuentros que hizo que poco a poco fuera descubriendo más sobre los años sesenta.

La serie hoy

Tras algún intento de resurreción más (The Robinsons: Lost in Space, en 2004), la propuesta de una familia espacial quedó bastante relegada al olvido. De cuando en cuando iban apareciendo rumores que decían que estos viajeros iban a volver, pero el proyecto tardó realmente en llegar a materializarse en algo.

Ha sido en 2018 cuando de la mano de Netflix llega una serie dispuesta a rendir homenaje a la producción original, pero adecuada para los nuevos tiempos. Esto se logra desde un primer momento con un reparto principal con diferentes etnias, bien distinto de lo que fue en los sesenta y en los noventa en que todos eran conceptualmente WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant), junto con el cambio de sexo de Smith, que pasa de ser hombre a mujer.

Este rol, interpretado por Parker Posey, ha sido uno de los que más mentados durante toda la promoción debido al hecho de que era un rol masculino que ahora es femenino Algo que en la producción han sabido solucionar manteniendo el respeto por el original intacto, y evitando de paso el ataque de los fans más retrógrados (que trolls hay en todas partes); queda por ver en futuros episodios si realmente se logra la química necesaria con Maxwell Jenkins, que es el intérprete encargado de dar vida al joven Will Robinson.

Lo que sí se ha empezado a explorar ya en estos dos iniciáticos episodios es su relación con el conocido robot, que al igual que el resto de personajes ha sufrido notables cambios para hacerlo más adecuado a las corrientes de gustos actuales. Se le ha dotado de una forma más humanoide, lo que facilita su interacción con su “amigo” infante, además de tener un pasado real del que cabe suponer que se irá desvelando más con el paso de los capítulos.

Por el momento dos detalles que harán las delicias de los aficionados de toda la vida: 1) El primer capítulo de Netflix está directamente basado en No Place to Hide, piloto de la serie original que no vio realmente la luz hasta 1997 2) La premisa inicial de la producción con la familia en un planeta extraño viviendo aventuras y calamidades, es precisamente el comienzo de todo.

Lost in Space quizá logre traer de vuelta a la televisión a una familia que nunca debió haberla dejado.

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2 comentarios en «Lost in Space. Los Robinson han vuelto, de la mano de Netflix»

  1. Uno de los logros que atesora el remake de 1998, más allá de su cuestionable calidad, es que fue la película que en su estreno logró arrebartarle en la taquilla americana tras casi tres meses de hegemonía, el número 1 al Titanic de James Cameron

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