Zorglub ya ha tenido una hija, un aprendiz,, y ahora... ¡¿Una novia!?

A todos nos gustan los villanos, muchas veces más que los héroes. El motivo suele ser su complejidad, ya que mientras un bueno es bueno (con matices, pero bueno), un malvado puede serlo o no. Quizá juegue a dos bandas, igual tiene un código de honor que solo él comprende o que en el fondo de su alma sienta remordimientos por la persona que ahora es.

Puede que por eso el cine americano sea tan proclive a dar este tipo de papeles a británicos (Reino Unido, más bien)F, y gracias a eso tenemos a Alan Rickman como Hans Gruber, Ian McKellen como Magneto o a Brian Cox y a Anthony Hopkins como el doctor Hannibal Lecter (o Lecktor en el caso del primero).

Si hablamos del cómic francobelga uno de los más populares sería Gargamel, el temible enemigo de los pitufos que en los dibujos y películas pasó de ser un alquimista muy capaz a un inútil en toda regla, junto con el César de Astérix que en ocasiones en totalmente maquiavélico, o Zorglub del muy rico universo de Spirou.

Este personaje apareció por primera vez en 1959 gracias al genial creativo de Greg y André Franquin, como un megalónamo que además es un genio científico. Un hombre realmente brillante, aunque en ocasiones enloquecido (y bastante torpe), que pasó a convertirse en uno de los favoritos de los seguidores del botones aventurero.

Esto hizo que con el paso del tiempo pasara a ser uno de los buenos, o al menos a intentarlo, pero sin realmente lograr serlo. Finalmente volvió a sus raíces, a ser un villano de tomo y lomo, que lleva ya tres tomos viviendo sus propias aventuras gracias al fantástico talento de José Luis Munuera.

Este autor le ha creado un mundo propio en el que él es el rey, o al menos no hay duda de que el propio Zorglub así lo piensa. Es el más listo de la sala, eso sin duda, lo que no significa que haya logrado dejar atrás su torpeza, gran ego o sus planes enloquecidos. Todos ellos puntos que el autor no ha dudado en explotar, para darle su propia identidad y alejarlo de la sombra de sus apariciones anteriores en las aventuras de Spirou, llegando al punto de que no hay referencia alguna a ellas.

Desde su primer tomo, La hija de Z, Munuera ha demostrado un gran talento al guion que está parejo con el que todos le conocíamos como ilustrador. Así este tercer álbum, tras El aprendiz de malo, sigue la misma línea que los anteriores, dotando al villano de un nuevo miembro en su creciente familia (Lady Z) y llevando a todos los implicados a través de un diabólico y delictivo plan que no parece llegar a fraguar nunca.

Poco a poco el creador se va fusionando de tal manera con la creación que empiezan a parecer uno, llegando al punto de que en el futuro todos aquellos que quieran acercarse a Zorglub tendrán que revisarse estas historias ya que están marcando un antes y un después en la mitología y el tratamiento del malvado.

Algo que solo va a más a lo largo de las páginas, no contento con dotarle de una familia propia, también nos enseña un buen número de caras del villano que estaban hasta ahora (parcialmente) ocultas. De esta forma el autor logra enriquecer al personaje, respetando siempre su versión clásica, pero llevándole por nuevas cotas (y no creo equivocarme, pero creo que lo mejor está por llegar).

Munuera firma así otra entrega impecable de la saga de Zorglub, lanzado por completo a la tarea de crear historias dinámicas y entretenidas, fácilmente adaptables a cine o televisión (y ya se está tardando en hacer), que sin duda gustarán a todo aquel que se atreva a darles una oportunidad.

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