Los años no pasan en balde, pero a veces el balde se llena de sangre

Tuve la suerte de que mi padre fuera un gran lector, de libros y de cómics. Así que desde pequeño estaban a mi alcance muchos títulos que iban desde Valerián, agente espacio temporal, a la obra de Ibáñez y otros tantos nombres que despertaron en mí el amor por las viñetas.

Pero Torpedo siempre tuvo algo especial. Desde el punto de vista de un niño no veía más allá de la historieta de gangsters y poco más, pero volviendo la vista atrás era por esa oscuridad que había en cada página, esa realidad cruda en la que no parecía existir el bien en ninguna parte y así era.

Al menos así era en el mundo de Luca Torelli. Alias Torpedo. Un hombre capaz de las mayores atrocidades, cuyas dotes están en venta al mejor postor y siempre con su fiel ayudante Rascal dispuesto a darlo todo por él. Y en lo que se refiere a la propia serie fue precisamente este cómico gordinflón el que protagonizó uno de los mejores momentos de todos.

Camarero: ¿El señor qué va a tomar?

Rascal: El señor no sé, yo de todo.

Camarero: ¿Cómo?

Rascal: Claro que como.

Pero eso fue entonces y esto es ahora.

Ahora Enrique Sánchez Abulí y el dibujante Eduardo Risso retoman al personaje para llevarlo un paso más allá. Lo hacen sin piedad y sin temor a las consecuencias, a través de la primera historia larga del asesino a sueldo usando para ello todas las armas a su alcance.

Una de ellas es el recuerdo que tendrá el lector, ya que a pesar de que haga años desde la publicación de la obra original esta ha logrado permanecer siempre como una lectura a la que volver. Pero no cometen el error de dejarse ir por la nostalgia o de asumir que todo son viejos compañeros de viaje, así que nutren al tomo de su propia identidad tanto a nivel argumental como narrativo; de esta forma se logra que se muestra a la vez nuevo para los veteranos y conocido para los recién llegados.

Estamos en 1972 y atrás ha quedado el tiempo en que Torpedo era una leyenda. Ahora es poco más que la sombra de lo que fue, sin dinero, sin respeto y sin nada que llevarse a la boca. Pero no tomarle en serio sigue siendo un error. Fue Torpedo, es Torpedo y siempre será Torpedo.

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