Vivimos en un mundo de constante cambio. Cuando pensamos que ya nos hemos acostumbrado a un nuevo dispositivo, otro más sale. Y lo dice alguien que todavía se acuerda de Geocities y Ciudad Futura.

Las autopistas de la información, término que siempre me recuerda a Homer Simpson, se han convertido en algo digno de ciencia ficción. Todo lo que habíamos imaginado, y más, se ha terminado por hacer realidad. Tenemos que aceptarlo, subirnos a ellas y aprovechar todo lo bueno que tienen.

El libro “El lechero en bicicleta” no es más que un cuento. Una muy sencilla historia en la que el protagonista, el lechero, compra una bicicleta (hasta aquí es algo que bien podía suponerse) y empieza a hacer repartos a domicilio. Pero no se queda en eso, ir hasta las casas de sus clientes hace que pueda conocerlos en persona, nace una pequeña amistad, un consejo lleva a otro, se crean sinergias y por el simple hecho de no negarse a cambiar llega más lejos de lo que había pensado.

Claro, que para esto tiene que lograr quitarse los viejos paradigmas y tópicos de la cabeza. Ahora el cliente ya no es solo alguien que va al mercado, tampoco una persona desconocida a la que ver un par de veces a la semana. Todo ha cambiado, y en un mundo en el que todos estamos en contacto con todos, merece la pena abrir la puerta para que entren los demás.

Esta es la idea. Sencilla y entendible. Lógicamente llena de miedos, ya que entrar de lleno en algo nuevo requiere aceptar que lo anterior se ha quedado obsoleto, pero gracias a este entendimiento se puede alcanzar algo mucho mayor.

Todos, o eso espero, entendemos lo necesario de Internet y las redes, no es una moda pasajera y esto solo irá a más. A menos que haya una catástrofe la tecnología siempre evoluciona, nunca va hacia atrás, y el que ahora decida quedarse sentado esperando que esta crisis (reinicio, quizá sería más correcto) se pase, igual ve a todos los demás pasar delante de él.

Leed este libro, y luego regaladlo. Tomaos una hora y pico, no se tarda más, para pasar las páginas y luego otro rato más para reflexionar. Os aseguro que os abrirá los ojos y la mente, si os dejáis.

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