Black Mirror regresa para mostrarnos el lado oscuro de nuestra realidad

Black Mirror se coló de sorpresa en las pantallas y lo hizo para sorprender, asustar y reflexionar. Para muchas personas no fue así hasta la tercera temporada, la primera que se emitió a través de Netflix y gracias a la que muchos espectadores la conocieron, lo que conllevó a que descubrieran esta recomendable serie en una versión algo suavizada de la misma, notándose de forma evidente que la intención era conectar con el público americano y por ende con el mundial.

Esto queda muy patente para los que nos iniciamos con el primer capítulo de todos, encontrado no pocas influencias de The Twilight Zone, Galería Nocturna y un cierto toque de Roald Dhal, además de otros autores como Isaac Asimov y pasadas producciones antológicas, un formato que poco a poco parece estar volviendo.

Lo que sin duda ha vuelto ha sido Black Mirror con una cuarta temporada muy esperada y que debía demostrar estar al nivel de lo visto hasta ahora, incluyendo la tercera tanda de episodios en la que bajó algo la calidad del producto, aunque seguía gozando de un nivel más alto que el de muchas series.

Este regreso se ha hecho abrazando por completo las influencias antes mencionadas, llegando al punto de en uno de los episodios ver un respetuoso homenaje a Rod Serling a través del personaje interpretado por Douglas Hodge que ejercerá de nuestro particular Virgilio en el descenso al Infierno del episodio Black Museum (claramente inspirado por el Black Museum real). Un Infierno muy cercano y real, un mundo que está a medio camino entre el reflejo de la realidad y la distopía más profunda, mostrando lo que la tecnología y el miedo es capaz de hacernos, el cómo las dudas pueden llevarnos por caminos que jamás habríamos escogido y haciendo llegar a la pantalla un plausible destino que no parece estar demasiado lejos de la realidad en la que habitamos.

También destacable, por lo llamativo de la propuesta dentro de esta serie, sea el episodio USS Callister con claros guiños a Star Trek desde un comienzo. Algo muy acertado en un momento en que la franquicia goza de buena salud con su nuevo título, Star Trek: Discovery, además de los planes de una próxima entrega cinematográfica en la que se contará con las manos de Quentin Tarantino y ese homenaje que es la recomendable The Orville.

Black Mirror en su cuarta temporada logra resarcir parte de lo que fue la tercera, se encuentra de nuevo con sus orígenes, nos lleva por la parte oscura del alma humana y otra vez se reinventa dejando todas las puertas abiertas a una quinta entrega que desde ya esperamos con impaciencia.

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