Anacleto: Agente secreto nació en 1964 en el nº 1753 de la revista Pulgarcito gracias a la mente genial de Manuel Vázquez y, al igual que todo lo que salía de su mano, era sencillamente una maravilla. No en vano el autor usó todos los tópicos que el cine de espías (muy de moda en ese momento) había puesto a su alcance; así no era extraño ver guiños a James Bond y por supuesto al torpe (pero estupendo) Maxwell Smart, una de las influencias reconocidas por el dibujante..

Pero los años no pasan en balde y poco a poco el personaje fue cayendo en un relativo olvido. Algo de lo que pocos se libran y que viene en parte por la alargada sombra de Mortadelo y otro tanto por el sencillo hecho de haber dejado de vivir aventuras. O solo en las viñetas, ya que la película que dirige Javier Ruiz Caldera deja claro que durante todos estos años ha seguido en activo, aunque en un mundo que cada vez le necesita menos.

Mientras tanto ha tenido un hijo que nada sabe del pasado de su padre, hasta que entra de lleno en este mundo de acción y secretos. Esto será cuando el malvado Vázquez se fugue y decida ir a por él, por el único motivo de vengarse de Anacleto por sus décadas en una celda de aislamiento. De esta forma los guionistas Pablo Alén, Breixo Corral y Fernando Navarro han unido esta historia con el mítico álbum El malvado Vázquez; una de las historias más divertidas y geniales en las que además el autor se convierte en el total villano, algo no del todo extraño, ya que era habitual que se usara a sí mismo para sus gags.

Pero que nadie se espere encontrar una adaptación fiel del personaje, ya que muy sabiamente se ha preferido ir por el camino de crear un universo propio pero manteniendo toda la esencia. Así se ha podido dotar al agente de una personalidad más completa que nunca, además de trasladar de forma justificada la acción hasta la actualidad. De esta forma el espectador podrá entrar de lleno en la trama, aunque esta es cierto que tarda algo en arrancar tras un trepidante comienzo con la huida del malhechor en el desierto.

En todo momento esta es la premisa de fondo que va a partes iguales entre la relación de familia que los protagonistas intentan recuperar, a pesar de un par de malentendidos que surgen en el proceso, y el odio sin par que tiene el villano al héroe protagonista. Este último hecho además libera por completo al personaje, haciendo que la necesidad de justificar sus acciones no exista (todo es el más puro ansia de venganza) y que el duelo entre ambos llegue en ocasiones a ser casi épico.

No así el duelo entre los actores, ya que Imanol Arias se come casi literalmente la pantalla y Carlos Areces no sale bien parado. Las capacidades interpretativas de ambos son demasiado desiguales, haciendo que en más de una ocasión este último parezca más un aderezo de última hora que realmente la némesis del agente. Mejor funciona la relación de padre e hijo con Quim Gutiérrez, que realmente tiene un cierto parecido, logrando en todo ser fluida e incluso llevando al joven a intentar dejar atrás sus miedos para enfrentarse a la vida que tanto le aterraba.

Al igual que la conocida Kingsman. Servicio secreto el humor es una constante en el metraje y precisamente el valor más encomiable de la cinta, aunque en alguna ocasión se desvíe por tópicos más chuscos (dignos de #ranciofacts) que no terminan de encajar del todo con la película. También la adrenalina y la trama de espionaje están siempre presentes. Se recurre al tan conocido tópico de un delincuente que usa a un topo que tiene confianza con Anacleto, algo que aunque sea un lugar común si es bien llevado (como en este caso) funciona de manera casi natural y permite al espectador jugar en casa dentro de reglas que conoce perfectamente.

En el pasado Zeta Cinema ha hecho productos que han tenido buena acogida pero con críticas dispares. Nadie olvida las tres aventuras de Mortadelo y Filemón, que tienen un aprobado justito, o Zipi y Zape y el club de la canica que era una divertida cinta infantil que recordaba bien poco a los hijos de Josep Escobar, a pesar de dar título al filme. Parece que esa época pretende quedar en el pasado o al menos debería tras lo que es un producto bien construido, divertido y con momentos para disfrutar de cada uno de los actores.

Igualmente hay que aplaudir la labor técnica, en especial la fotografía y el manejo de cámara que ha creado una cinta de acción con un toque americano, aunque sin caer en los habituales excesos de las producciones de allí. Debe citarse el cuidado vestuario, que dota a cada uno de los intérpretes de su propia personalidad, en especial el siempre impecable Anacleto que luce realmente bien gracias a la elegancia innata de Imanol Arias. Igualmente el look de Vázquez es un total acierto, con un traje blanco y camisa de color que rápidamente hace que tenga el aspecto que uno podría esperar de un villano totalmente despiadado, haciendo el tan habitual juego de ocultar su oscuridad interior con esas prendas claras.

Esta película no es una obra maestra y ni de lejos pretende serlo, menos mal. Tampoco quiere competir con la muy cercana SPECTRE de James Bond o con el Jason Bourne de turno. Sencillamente quiere ser una aventura entretenida y divertida, algo que consigue con creces, y si por el camino además inicia una saga de espionaje en nuestro cine pues bienvenida sea.

¿Quién iba a decir que Imanol Arias podría ser un buen héroe de acción? Que es un actor de talento es un hecho muchas veces demostrado, pero siendo ya un veterano cabía la lógica duda a este respecto. Pero tras ver Anacleto: Agente secreto solo puede desearse que esté en la próxima entre de Los Mercenarios.

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